24 dic 2015

Ingres o el deseo, en La gran odalisca #Iconos

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Imagen:  La gran odalisca, 1814.
Autor: Jean Auguste Dominique Ingres.
“La gran odalisca”, de 1814


Odaliscas eran mujeres esclavas del harén del sultán, asistentas de las esposas de éste; algunas, con el tiempo, se convertirían en esposas. Todas cohabitaban en el mismo espacio, el harén. Lo más parecido hoy serían las bailarinas de la danza del vientre; en tiempos, la entrega a los hombres consistía en mostrar sus encantos. Mientras las concubinas daban hijos al sultán, las mujeres del servicio regalaban música, danza y sexo; las odaliscas eran asistentas de éstas.
   Todas aquel imaginario fascinó a Occidente; si hubo un pintor que reflejó fielmente aquella pulsión romántica del XIX por el orientalismo ese fue Ingres (Montauban, 1780-París, 1867). Todo un desafío el de afrontar la sensualidad, la renovación del desnudo como nunca se había visto antes. Ingres es pura evocación, una genial disposición al dibujo, la pincelada precisa, serena, con unas carnaciones llenas de vida para llevar la imaginación hacia mundos de naturaleza morbosa y desconocida. Dos pinturas ejemplarizan ese anhelo con una maestría de largo alcance. “El baño turco”, de 1862, cuando el pintor ya era un anciano, y “La gran odalisca”, de 1814, con 34 años.
   “La gran odalisca” es puro voyeaurismo. El cuadro fue un encargo de Carolina Bonaparte como reina de Nápoles para emparejarlo con otro desnudo que tenía en palacio. Nunca lo disfrutaría, sería derrocada en 1815. Ingres, en un arrebato manierista, lo exagera, en un escorzo imposible, insinuante y a la espera. No es exactamente una mujer, son referentes de muchas y las proporciones no se respetan. En tiempos las alarmas puristas desvelaron desencuentro, hurgando en lo imposible de una mirada inexpresiva que no se corresponde, una espalda demasiado larga a la que sobraban tres costillas. Pero la bandera que el autor enarboló era la de la sensualidad y el deseo, a través de la desnudez sin un justificante mitológico, ni histórico, ni religioso que lo arropara. Con un porte neoclásico se estaba anticipando a los tiempos, gran parte del arte que estaba por venir, hoy no se entendería sin su obra.

*Publicado en La Revista 24/12/2015

13 dic 2015

Goebbels, macabro final de la familia ejemplar #Iconos #La Revista

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Imagen: Joseph Goebbels, Magda Quandt y sus hijos;
de uniforme Harald Quandt, fruto de su primer matrimonio.



La familia Goebbels ocupaba tres habitaciones del búnker, justo debajo de la Cancillería; un pasadizo unía sus destinos con los de Hitler. Entre los tres, Magda Quandt, Joseph Goebbels y el Führer existía un triángulo de unión de lazos cuasi familiares; los seis hijos de la pareja encabezaban sus nombre con h en honor al canciller. El que fuera fiel Ministro de Propaganda tenía una personalidad enferma, un trastorno narcisista, decían, que le hacía ser muy dependiente; su mujer, una furibunda nazi, recibía del dictador señales de un extraño enamoramiento.
El final estaba cantado, el suicidio, a modo de pandemia colectiva, iluminó el desenlace del poder nazi. “Nos los llevaremos con nosotros porque son demasiado hermosos para el mundo que se avecina”; Magda, desde su apresurada mutación al budismo, creía en la reencarnación. Los colaboradores de Hitler, y él mismo, hicieron lo posible para convencerla de que abandonaran Berlín; la firmeza de Goebbels hizo de aquella misión un imposible. El día de la despedida Magda recibiría un siniestro regalo de Hitler, la insignia de oro del partido. Una señal; la maldad de quienes habían surcado las aguas del barco alemán tocaba la orilla. Los soldados soviéticos incendiaban ya la atmósfera de la cancillería. Goebbels sabía que ningún ejército les libraría de su desenlace. Con una normalidad paranoica Magda guiaría a sus seis hijos hacía la muerte.
Una puerta entreabierta, un carrito, seis tazas tintineantes y una jarra de chocolate les acompañaría en el viaje macabro; la mezcla aderezada con somníferos lo haría indoloro. Eran las nueve horas del 1 de mayo de 1945, el búnker olía a muerte, el que no se había suicidado había cruzado a la desesperada las líneas del combate. El final del relato sugiere detonaciones, cápsulas de cianuro en las comisuras de los labios.
Al día siguiente los rusos entraron en el búnker, seis niños como seis ángeles en pijama blanco, ellas con lacitos en el pelo, yacían en el mejor de los sueños. Habían sido parte de una familia aria y modélica; cuando Goebbels cumplió 45 años todos juntos entonaron en público una hermosa canción.
*Publicado en la Revista 10/12/2015

26 nov 2015

Liane de Pougy, hasta llegar al cielo #Iconos

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Imagen: Liane de Pougy, cortesana y escritora francesa.

Liane de Pougy

Dicen que consagró sus últimos días a la oración, en la orden de las Dominicas. Tal vez cansada de todo decicidió pasar página, pero no por ello tiene cabida en estas líneas. Anne-Marie de Chassaigne, Liane de Pougy (La Flèche, Sarthe, 1869- Lausana, 1950) formó parte de la entente de cortesanas afamadas de la Belle Époque; ella, La Bella Otero y Émilienne d'Alençon reinaron un día en el parisino Folies Bergère y se llenaron de protectores entre la aristocracia y la monarquía europea de principios del XX como si de un símbolo más de distinción se tratara. Liane era la más culta, también la más refinada además de amante esporádica de Èmilienne. También fue poetisa y escritora.
   Se casó a los 16 con un militar, el teniente Armand, con el que tuvo un hijo. El matrimonio duró varios años; un día el militar descubrió su amante y una bala rozó sus nalgas en el dormitorio donde la pareja retozaba. Huyó de allí;  el principio de un atrevimiento que la llevó todo lo lejos que pudo merced a un sin fín de protectores, el príncipe de Gales, el rey de Portugal, Leopoldo II de Bélgica o Alberto de Mónaco. En ese mundo “distinguido” la introdujo Valtesse de la Bigne, cortesana del Segundo Imperio francés quien tuvo entre sus amoríos a Napoleón III y una cama trono que -hoy- es reliquia nacional. Valtesse, bisexual como Liane, le enseñó si no a disfrutar sí a disimular cuando esta está con un cliente “Una puta debe dedicarse a contar las moscas del techo mientras finge disfrutar”.
    El gran amor de Liane fue la escritora estadounidense Nathalie Clifford Barney, que la llenaría de resentimientos y celos al no poder compartir un destino común en un camino lleno de bifurcaciones. A ella le dedicó una novela "Idylle Saphique”, explícita obra hasta en el título. pero también clara a la hora de anunciar el final. En 1910 se casó con un príncipe rumano, George Ghika, desheredado tras la boda. En 1914, su hijo Marc Pourpe, héroe de la aviación francesa, muere en el frente de la Primera Guerra Mundial. El matrimonio se rompió fruto de las infidelidades; aunque Liane tuvo amantes y suscitó pasiones hasta el final de sus días, poco a poco se dejó guiar por la religión. Sor Marie-Madeleine de la Penitence, así se hizo llamar al ingresar en un convento suizo. Se arrepintió de su vida anterior, y de Natalie, "mi mayor pecado”, “mi mayor placer sensual”, replicaría en su biografía la norteamericana. Al morir, con 83 años, un importante capital pasó a las Dominicas.

*Publicado en La Revista 26/11/2015

La última lista #LaMirilla

La Mirilla



Toda lista esconde si no secretos sí algunos misterios. Listas escritas a mano y con la grafía a prueba del algodón. Listas de la compra que sirven de guía para no perderse del todo y aterrizar a la vuelta con el propósito cumplido. No son literatura, y mira que algunas pudieran.

20 nov 2015

La Marsellesa, ni tan revolucionaria #Iconos

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Imagen: Rouget de Lisle, creador de La Marsellesa (1792).
Autor: Isidore Pils, 1849.


Isidore Pils, 1849.



Un mar de dudas. En 1792 la Asamblea Nacional Francesa no sabe si declarar la guerra al emperador de Austria y al rey de Prusia; ocurriría un 20 de abril. Declaración mediada era lógico que ciudades y pueblos fronterizos mostraran tensión, Como en Estrasburgo. Movilizadas las guarniciones, su alcalde Federico Dietrich, escenifica la declaración en francés y alemán ante una multitud dispuesta. De los discursos, a las proclamas, “Aux armes, citoyens”! Ardor guerrero, espíritu patriótico, sables al aire y vino, mucho vino; la cena sabía a despedida. 
El alcalde se acuerda de un oficial, mediocre compositor, Rouget de Lisle; a éste le encarga un himno que estimule la contienda y mantenga a Luis XVI en el poder. Rouget se inspira en las arengas escuchadas, “Aux armes, citoyens! Marchons, enfants de la liberté!”, que mudaría en ”Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé!; suena bien. Junto a un violín rima sus pensamientos, frases sueltas que ha escuchado al pasar ya uniformado de la calle. Antes de los primeros tiros él tiene su texto.
Se lo hace saber a Dietrich. Aquella misma noche el alcalde, con ciertas dotes de tenor, lo hace cómplice de una selecta concurrencia. “La canción de guerra para el ejército del Rhin”, así la llamaba; se hicieron copias y se despidió a las tropas con una interpretación en público. Así hubiera quedado la historia si no se hubiera producido otro episodio sorprendente meses después, en Marsella, en otra despedida de combatientes.
 Francoise Rude (1832),
 Arco de Triunfo 

Esta vez, a los brindis un tal Mireur entona en alto una melodía desconocida pero que emociona. Miles de voluntarios la cantan después en el frente como si fuera un bálsamo. “La Marsellesa”, así la rebautizaron, se hizo mágica, popular, sobre todo cuando el 30 de julio el batallón de voluntarios marselleses entró en Paris. El himno ya “revolucionario”, en sus voces resonaba poderoso. Se asaltan las Tullerías y hacen abdicar al rey. 
Una canción anónima, en el fondo lo era. Su autor, harto de los excesos revoucionarios abjuró de la República. La Asamblea -que destituyó al rey- determina ejecuciones en la guillotina, entre otros, para el alcalde Dietrich y los aristócratas presentes en aquella histórica primera audición, y para él mismo, aunque éste salvaría in extremis la cabeza. 
*Publicado en La Revista 19/11/2015

17 nov 2015

La vida fea #Mirilla

La Mirilla


Mediodía, hay minuto de silencio pactado; mera rutina. A unos les toca escenificar, y a otros, "Ejercer de notarios de la actualidad”, que diría Rosendo Fernández; es lo que hay. Al ciudadano, a veces, la actualidad y los tiempos de representación se la traen al pairo. La vida sigue.

12 nov 2015

R. L. Stevenson, el contador de historias #Iconos

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Imagen: Imagen: R. L. Stevenson, su mujer Fanny Osbourne, su hijastro y su madre.



El abogado Utterson era un hombre de semblante serio, nunca iluminado por una sonrisa; frío, parco y oscuro en la conversación; tímido en la expresión del sentimiento; largo, enjuto, ceniciento y triste y, sin embargo, de un modo u otro, caía simpático”. Así, con precisión y, embriagados por una prosa cargada de atmósferas y matices, arranca Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886) de R. L. Stevenson (Edimburgo, 1850-Samoa, 1894). Frenético en la escritura, con el propósito de llevar siempre en volandas la imaginación del lector, su obra ha resistido como pocas el paso del tiempo y la distancia recorrida, porque su arte y su vida fue viajera y su mirada, para muchos, adolescente. 

 ¨He escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, con la cabeza dando tumbos”. Aunque su salud fue quebranto su imaginación resistió intacta. Se dejó llevar por la vida bohemia en su Edimburgo natal y resistió a toda aquella cohorte de simbolistas decadentes que aderezaban su prose creativa ente alcohol y hachis. Las ciudades encerraban otros misterios, los ambientes turbios, misteriosos, lo siniestro. Así nace y se recrea Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Cuentan que su niñera, la señora Cunningham, le inculcó el terror a través de truculentas historias que él recreaba más tarde sobre la almohada como si fuera un juego. Su pasión viajera, a partes iguales por salud y necesidad vital, lo llevarían lejos, Estados Unidos, Samoa, en la Isla Upolu, donde se compró un gran terreno y allí está enterrado. 

   Su escritura frenética le llevó a abordar la doble personalidad del Dr. Jekyll en sólo tres días, y cuyo origen parte de una pesadilla de la que su mujer Fanny Van de Grift, divorciada, diez años mayor que él y madre de dos hijos, le despertó. Se dice que tras la primera lectura de su mujer y las críticas de ella sobre ciertas descripciones de carácter sexual, éste la arrojó al fuego de la chimenea y la reescribió de nuevo. Sea como fuere, el resultado es un prodigio de síntesis y dominio de diversas voces narrativas. Fue su estilo de narración breve la que apuntilló a los tres tomos de la época. 
Admirador de la poesía, que también practicó, fue un poeta, Willian Ernest Henley, a quien la tuberculosis privó de una pierna, quien inspiró el personaje de John Silver el Largo, el singular pirata de “La isla del tesoro”.
*Publicado en La Revista 12/11/2015

15 oct 2015

Las mil caras de Suzy Solidor #Iconos#SuzySolidor

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Imagen: Suzy Solidor.
Autor: Man Ray, 1929.
Man Ray, 1929.

Suzy Solidor (1900, Saint-Malo; 1983, Cagnes-sur-Mer) entonaba cada noche con su voz gruesa y sentida canciones que los marineros cantaban para sí en la proa de sus barcos. Lo hacía después de recitar a Verlaine y Baudelaire, con la dicción precisa y el corazón en cada verso. Era la estrella, en su local de la parisina Rue de Balzac, Chez Suzy Solidor (1949-1966), como antes lo fue La Vie Parisienne, cuyas paredes vieron desfilar oficiales alemanes durante la ocupación. Por ello, cuando a media noche se apagaba la luz y otra voz pronunciaba su nombre, allí, donde antes habian actuado otros, imitadores de entretiempo, cómicos de la vida, travestís de melena al viento y piernas de quitar el aliento, el aplauso hacia ella se hacía solemne. Un local a su medida, de ambiente ambiguo y con las paredes vestidas en su vivo retrato, repetido una y mil veces, hasta el techo. Un renglón infinito de cuadros que eran la extensión de su vida y de su fama. Entre ellos el de Van Dogen, un pintor capaz de reflejar en cada retrato de mujer la vanguardia de la mano del deseo; él fue quien la animó a cantar, después de oírla tararear un día que se dejó caer por el anticuario que la mujer tenía junto a Yvonne de Bremond d'Ars, su pareja, "Canta con tus entrañas, en vez de cantar con tu cabeza", le dijo, "Tu voz es interesante", y lo era.




  Posó para los grandes, su altísima y andrógina figura. Tamara de Lempicka, la más sensual; Man Ray -en todo su poderío-; Picabia; Cocteau, de quien era muy amiga, Foujita, Kiesling o Bacon. Así hasta 225, muchas de aquellas pinturas hoy figuran en el Musée-Château Grimaldi, cerca de Niza, en Cagnes-sur-Mer, donados a su muerte.

PIcabia

Tamara de lempicka

   Decía que era descendiente del corsario Surcouf; hasta cierto punto era cierto, su madre sirvió a sus descendientes; además era fácil que desde la atalaya de unas piernas sin fin, al saltar sobre la arena húmeda, imaginar el romper de las olas en el acantilado con la épica de una batalla constante. Aquel mar de Bretaña, lleno de lobos de mar, el mismo mar que repicó noche tras noche, entre comediantes, intelectuales, y almas apresuradas de sexo. Canciones atrapadas en tierra extraña que ella interpretaba ataviada con una suerte de túnica griega, como si fuera ella el faro a iluminar a los barcos que llegan a puerto.

   
Solidor y Cocteau, F. Kollar. 

Musée-Château Grimaldi

*Publicado en La Revista 15/10/2015

9 oct 2015

Le decían La Bella Otero #Iconos

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Imagen: La Bella Otero, Carolina Otero. 


Hice fortuna durmiendo, pero no sola, así, en una frase expuesta en el Museo D'Orsay, París, en una muestra artística dedicada a la prostitución, recoge el testimonio de esta cortesana gallega de leyenda. De Agustina Otero Iglesias (Valga, 1868-Niza, 1965) se decía que su mirada irradiaba fuego, incandescentes también los arrebatos de su carácter, pero los hombres que se acercaban lo que buscaban era el abrigo de lo imposible.
Su verdad, si la hubo, fue incierta; a la vejez le negó testimonio, la mayoría de sus imágenes son antiguas, de cuando no superaba los treinta años. Encandiló a muchos hombres, algunos, entre la realeza, Eduardo VII de Inglaterra, Alberto de Mónaco, Leopoldo de Bélgica, el Káiser Guillermo de Alemania. Dicen que enseñó a amar a Alfonso XII, rey siempre ávido de sexo. Ellos la hicieron muy rica, con regalos de ensueño; su fama sumaba enteros, así que como cortesana no dudaron en exhibirla encaramada a sus brazos.
A Agustina, luego Carolina, la vida la espabiló rápido. Nunca dijo una verdad, al menos seguida; adornaba su biografía con pinceladas de amantes, tropelías y un origen más exótico; hija de una gitana muy bella, de Cádiz, decía; así, sin malicia, con la única convicción de que su belleza racial, sus medidas de ensueño 93-53-92, sus improvisados bailes -entre lo exótico y lo flamenco- le ayudarían a medrar. Con el cambio de siglo La Bella Otero sería ya su apelativo, en Moscú, en Estados Unidos, en Inglaterra y en medio mundo. Sus amantes, ensimismados por un amor en fuga, perdían la cabeza, algunos la vida, suicidándose en una determinación romántica, como Ernest André Jungers, el empresario que la hizo estrella.

La Bella Otero, de Julio Romero de Torres, 1910.

   Amaba con fijeza, igual que bailaba con trajes imposibles cruzados de alhajas y piedras. Sumó una riqueza inconmensurable, unos 400 millones de euros, que dilapidó en los casinos. Quien fuera musa del Folies Bergères durante la Belle Époque, inspiradora de Toulouse-Lautrec, de D'Annunzio, el poeta, murió en la pobreza, en una pensión de Niza. Dicen el Casino de Montecarlo le pasaba una pensión, en homenaje al glamour de tiempos pasados y a la fortuna que les había brindado. C. Otero, reza sobre su tumba.

*Publicado en La Revista 8/10/2015

De pinceladas y trazos #La Mirilla

La Mirilla





 De noche, vi cómo te dibujaban; mientras, el griterío se empleaba en sus cosas. Una pareja se besaba sin respiración, como si los intentos de construir el mundo no fueran suyos. El aprendizaje encierra siempre un corpus de voluntades que nace, crece y no muere, se transforma.

5 oct 2015

Con la mano #LaMirilla

La Mirilla



Pelín siniestro lo de estrechar una mano que se brinda entre fría e inerte. De sonoridad extrema, no valen dobleces, si quieres ser oído el toque ha de ser seco; uno o dos, sin pasarse. A la espera de respuesta, como que se escruta ya la sonoridad de unos pasos; todo muy antiguo.

3 oct 2015

Bienvenido a lo inolvidable

La Mirilla



Lo mejor de la publicidad es que invita. Puro buenismo empresarial. “Trabajamos por ti”, rezaba un lema años atrás. Eduardo Úrculo fue un artífice del pop art patrio; su pintura no me interesaba nada, sin embargo, siempre lo recordaré, así, de espaldas bajo un sombrero panamá.

1 oct 2015

Hedy Lamarr, orgasmo de papel

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Imagen: Hedy Lamarr, 1932.
Autor: Gustav Machaty.


Hedy Lamarr, en Éxtasis, de Gustav Machaty, 1932.

Tenía 16 años y una belleza deslumbrante. A la actriz Hedy Lamarr (Viena, 1914-Orlando, 2000) Gustav Machaty le había prometido que las cámaras la filmarían desde lo alto de una colina. Así fue el engaño, que guardaba truco en forma de teleobjetivo, que la acercó mientras desplegaba su desnudez cristalina en medio de la foresta; lo del baño en el lago sumaría pasión e historia. Por primera vez una belleza femenina se filmaría en cueros. El argumento, ingenuo y pacato ,hoy, sumaba un orgasmo apuntalado por el director a golpe de alfiler desde debajo la cama, mientras, un relamido amante le besaba de manera imprecisa. La película no dejó indiferente a nadie, el propio Papa Pío XI condenó aquellas infidelidades y la simulación orgásmica invocando a Torquemada. El mal estaba hecho. Dicen que Musolini se atrincheró en una sala para verlo todo; en la Mostra de Venecia se presentó con la publicidad toda hecha.
    Hedy Lamarr en los 40 era una especie de fresco acrisolado de feminidad sin impurezas. Hija de banquero rico y madre pianista, ambos judíos; aun dotada para el estudio suspiraba por la interpretación. Con 16 años se fue a Berlín, junto al director Max Reinhart. Lo de Éxtasis fue un golpe, no para ella que toda su vida gozaría de una sexualidad sin complejos; se casaría seis veces, y haría carrera en Hollywood. Antes sumaría mucha vida e historia.

Hedy Lamarr, en Éxtasis. 

   Fritz Mandl, magnate de la industria armamentística once años mayor se encandiló con la joven; tras un matrimonio de conveniencia haría acopio de cuantos copiones de Éxtasis se pusieran por delante. Exageradamente celoso, la sometería al extremo; auténtica esclavitud, diría ella. Anulada la opción del cine, la ingeniería sería un escape. Se empapó cuanto pudo de la industria armamentística que laboraba su marido. Conocimientos que después entregaría a los americanos. Junto a George Antheil, un músico que había colaborado con Léger, desarrollaría un sistema mecánico de conmutación de señales, patentado y reconocido de manera tardía.

   Aquella tortura de marido finaliza a la fuga, en coche, vía París cargada de joyas; antes seduciría a una sirvienta que la custodiaba. Lo de Hollywood, cleptomanías, adicciones, el éxito y su declinar serán otro relato.
*Publicado en La Revista 1/10/2015

27 ago 2015

Arrima la tarde en Colliure, Antonio Machado se muere #Machado #Iconos

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Imagen: Soldados republicanos en la despedida de Machado, en Colliure, 1939.



Los últimos días del poeta  Antonio Machado (Sevilla, 1875-Colliure, 1939) se asemejaron a los de un barco varado que recibe impotente los embates del mar. Largo peregrinar; avanzada la guerra, la Alianza de Intelectuales apuesta por evacuar a zonas seguras a sus referentes literarios y artísticos, no fue fácil; “concentrado y triste”, que diría Alberti, el poeta se resiste. De noviembre de 1936 a abril de 1938, Antonio Machado, sus hermanos Joaquín y José, la madre Ana Ruiz, lo pasan en Rocafort, Valencia, donde la merma de salud no impide una acción laboriosa en pro de la República; de mayo de 1938 hasta enero de 1939, primero en el hotel Majestic, luego en la Torre de Castañer, la familia lo pasa en Barcelona. El desenlace de la contienda pinta mal. Con el semblante de resignación, él y su familia -22 de enero- salen en un vehículo de la Dirección de Sanidad; les acompañan Corpus Barga, Carlos Riba, Joaquín Xirau, y Tomás Navarro. A medio kilómetro de la frontera, en medio de un colapso sin solución, tienen que bajarse y recorrer, bajo una lluvia humillante, la distancia que los separa de la aduana francesa; lo consiguen el 27 de enero, atrás dejaron sus maletas, y las pocas pertenencias. Gracias a la ayuda de Corpus Barga, la familia llega a Colliure, se instala en el hotel Bougnol Quintana. La habitación número 5 la ocupa Antonio y su madre; otra más pequeña, su hermano José y su esposa. La salud del poeta era un quebranto. Ni siquiera Colliure y su conmovedora visión del mar serían bálsamo en el dolor de quien ha perdido la vida y el sueño. En el mes que duró su existir, en alguna ocasión, el poeta y su madre pasearon con la intención de dibujar nuevamente el horizonte de libertad; la mayoría de los días se conformaron con perfilar la bahía desde la ventana. Difícil olvidar la patria, a Guiomar, a Manuel, el hermano del alma, a quien la guerra había depositado en el otro lado.
“Estos días azules y este sol de la infancia”, rezaban en un papel arrugado de la chaqueta del poeta muerto un mes después. Tres días después, lo haría la madre. Ambos, desde entonces reposan juntos en una tumba prestada. Sobra decir que es una de las más visitadas, muchos, en un buzón instalado junto a ella, depositan poemas llenos de anhelos. Allí el poeta los lee.

*Publicado en La Revista 27/08/2015

20 ago 2015

Jeanne Hébuterne y Modigliani, amores trágicos #Iconos

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Imagen: Jean Hébuterne, 1919.
Autor: Amedeo Modigliani.



Amedeo Modigliani (1884, Livorno- 1920, Paris) fue un bohemio enamoradizo a la par que pintor apresurado y talentoso. Llegó a París en 1906, entre cartas de recomendación y la plata ajustada que le legó su madre; tímido y guapo, se supera a fuerza de aficionarse al alcohol y al hachís. La pasión por la fiesta y el sexo femenino estaría incluido.
Montparnasse le reconocería de inmediato, también Montmartre, donde dibujaba de impresión, con un cartel que rezaba: “Soy Modigliani, judío, cinco francos. Influenciado por Klimt y Utamaro, su pasión por lo femenino se torna en unas figuras estilizadas atrapadas en una sensualidad siempre presente. Muchas fueron amantes, breves encuentros como si la vida fuera un suspiro aferrado al calentamiento del instante. Su labia, porte, contribuyeron al éxito del galanteo. Muchas sí, pero sólo Jeanne Hébuterne -19 años- perdió la cabeza y arruinó su vida por seguir sus pasos. Su fama de pintor fue medrando a la par que se deterioraba la salud -tuberculosis-. Jeanne era una belleza misteriosa encaramada en una melena de ojos penetrantes y mirada angelical; ella misma era pintora y como modelo posaría para Foujita. Al padre de la joven, conocedor de sus andanzas, con aquella relación le dieron un disgusto infinito que no lo superaría ni tras la muerte de ambos. Aquel mismo año -1917- la galería Berthe Weill, en la única exposición dedicada en vida al artista, requiriría la presencia de los gendarmes merced a unos desnudos instalados en el escaparate.
En las postrimerías del fin de la I Gran Guerra, 1918, la pareja se traslada a Niza, allí nace su hija y allí se trata de curar el pintor. La niña sería entregada a una institución para garantizar unos cuidados inalcanzables entonces para los progenitores. Modigliani, enfermo y aburrido, anhelante de la vida bohemia, se aleja del escenario de Niza y regresa a París en busca del final. El pintor siente el presagio de la muerte un 24 de enero de 1920, ella, nuevamente embarazada, está junto a él, bocetando la agonía. Él muere en el hospital; mientras Modigliani es honrado por las calles de París por un amplio cortejo fúnebre lleno de artistas ella salta al vacío desde su habitación en casa de sus padres. Hasta 10 años después no reposarían juntos.

*Publicado en La Revista 20/08/2015

9 jul 2015

El secreto de Gustave Courbet #Iconos

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Imagen: Jo (La belle irlandaise), 1865-1866. Retrato de Joanna Hiffernan.
Autor: Gustave Courbet.

Joanna Hiffernan. 

Un secreto, oiga, detrás del cuadro más polémico y morboso de la historia del arte, “L'origine du monde” (1866), el del primer plano de un pubis femenino, así, sin preámbulos, cuan torrente de vida, está una mujer. Menuda adivinación, dirán. Lo que durante años era una suposición, que Gustave Courbet (Ornans, Francia, 1819 - La Tour de Peilz, Suiza, 1877), pintor realista de marcado compromiso político y apego a un naturalismo combativo, sobre todo en sus desnudos, encerraba también otras cuestiones, algún secreto de alcoba además de una sonada enemistad a partir de aquel lienzo. Hace ahora dos años, la publicación francesa Paris Match, se hacía eco de un hallazgo, el de un coleccionista que se había hecho en un anticuario con un retrato de mujer en una posición sospechosa de ser una continuación del cuadro de Courbet. Estudiosos del pintor -Jean-Jacques Fernier- avalaron la teoría, que la pieza firmada con las iniciales invertidas del pintor en el lóbulo de la mujer y la del pubis en el tronco de ésta fueran la misma.
 “Le Sommeil”, 1866. 

 El misterioso hallazgo no cambia la historia, aunque, tras el hecho, le pone rostro y revaloriza aún más la obra. Un lienzo cargado de polémica, que durante gran parte de su vida ha estado oculto, incluso cuando un psicoanalista como Lacan, uno de sus dueños, lo gozaba en propiedad; algo semejante ocurrió cuando, donada por sus herederos al fisco francés, fue depositada en el Museo d'Orsay donde también estuvo años oculto, y cuando se exhibió fue con protección. La protagonista sí que era quien se presuponía, una reconocida pelirroja, amante y modelo de James McNeill Whistler, Joanna Hiffernan, también de Courbet. Ambos, amigos, con una vinculación artistica notable entre ellos. En 1866, Whistler, tras un problema político y familiar se ahusenta durante meses con destino a Valparaiso (Chile), dejando a Joanna a cargo de sus cosas. La encomienda no resulta muy firme, la modelo recala en París, en brazos de Courbet y posando en cuadros como “Le Sommeil”, 1866, donde dos jóvenes desnudas descansan entrelazadas sobre las sábanas, una escena cargada de intenciones, De ese año también es “L'Origine du monde”, una escena al natural donde el pintor sólo tenía que girarse unos grados . Él también estaba descubriendo el mundo.

*Publicado en La Revista 9/07/2015

“L'Origine du monde”, 1866

18 jun 2015

La loca más hermosa ·#CarmenMondragón #Iconos

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Imagen: Carmen Mondragón.
Autoría: Edward Weston.

Edward Weston

En Carmen Mondragón (Ciudad de México 1893-1978) no hay duda, su belleza y personalidad eran volcánicas. Poetisa, pintora, modelo. Consciente del destello de unos ojos verdes como mares, de un cuerpo menudo de medusa voraz, se apuntaló a una biografía cuyo erotismo caminaba a la par que su rebeldía. Sus poemas de infancia aún estremecen: “Soy una llama devorada por sí misma y que no se puede apagar”. La mejicana renunció a aquello que se suponía predestinada, decidiría sus propios infiernos, no otros, ya fueran sus padres, quienes la mandaron a formarse a la exquisita Francia; o marido, un cadete, Manuel Rodríguez Lozano, con el que convivió, 8 años en Francia y en España tras el despertar revolucionario en su país, sin mayor vínculo. En Francia compartió escena artística con Picasso o Diego Rivera, allí, el cadete se volvió pintor. La relación matrimonial fue una deriva. De regreso a México su mentalidad europea, sus encantos y una visión desinhibida, hacen estragos; fue pionera en el uso de la minifalda. Su querencia artística la llevan a codearse con Tina Modotti, Frida Kahlo, Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Sequeiros. Sus pinturas, poesía, no eran malas, pero fue su propia biografía, al calor de una  sexualidad encendida y apasionada, sus desnudos como modelo para Edward Weston, Antonio Garduño o Diego Rivera, lo que le han valido el estatus de celebridad.

Carmen Mondragón y Gerardo Murillo

En México vivió una relación intensa y tormentosa con el pintor Gerardo Murillo, eran los años 20, una década intensa y fascinante también para el arte y la cultura mejicana. Fue el pintor, el Doctor Atl, quien le asignó el sobrenombre de Nahui Olin, “movimiento perpetuo”. Dicen que se amaban como fieras.
Aún en su desnudez, sus ojos, su mirada felina, la estela de Nahui era una especie de animal que se venía encima. Tenía el mar en sus ojos, “Vivir con dos olas de mar dentro de la cabeza no ha de ser fácil”, que diría Elena Poniatowska; no, no lo era. Carmen, Nahui, era para sus amantes una atracción irresistible, lo que desconocían era el acantilado que se les presentaría en breve. Murió en su locura, antes se enamoraría de un marino que un día se perdió en el mar. Sus ojos allí siguen guiando navíos, para bien y para mal.

*Publicado en La Revista 18/06/2015

28 may 2015

Ramoncín, “Marica de terciopelo” #Iconos

Iconos

Foto: Ramoncín en "2x2“, programa de TVE, 1978.





Ramoncín, al personaje, todo el mundo le reconoce. No me interesa. Hay otro Ramoncín, el músico, personaje hecho a sí mismo con el descaro que tienen quienes la necesidad vital les ha hecho apretar los dientes. Un músico previo a la Movida Madrileña, que con 28 años había sacado cinco discos a los que no les pondré adjetivos, bueno sí, imprescindibles. “Ramoncín y WC?” (1978), “Barriobajero” (1979), “Arañando la ciudad” (1981); “Corta” (1982); “Ramoncinco” (1984). Después la historia es otra, ni buena ni mala, distinta, y, suya.
“Grupo que empieza en Vallecas necesita cantante. No importa que sea bueno pero que se lo monte bien en el escenario”, rezaba un anuncio de Disco Expres. Siracusa buscaba cantante, en 1977. El fichaje prometía, además de ganas, aquel chaval, menguado y flaco como un palo, se las daba de poeta. “Marica de terciopelo” https://m.youtube.com/watch?v=yt508cJ8DGM “Cómete una paraguaya”, fueron cosecha suya, la música, un escándalo, lo importante, la actitud. Aquellos músicos despertaban los ecos de una música rabiosa, agitada en el extrarradio, pero con temperamento propio. El grupo cambia el nombre por WC?, pero todo el mundo menta a Ramoncín, a él es a quien buscan. Allá por donde tocan, arrasan, no se habla de otra cosa. El músico, a aquellas guitarras entrecortadas y a esa suerte de nihilismo de barrio cantado, descubre que sus provocaciones son correspondidas por un público dispuesto a guerrear las afrentas, huevos, frutas y lo que fuera menester surten la escena. Los músicos, los originales, Jero Ramiro y compañía, son cambiados por Carlos Micheneli, Roberto Jiménez y Manolo Caño, músicos ya experimentados. Ramoncín y WC? (1978) es editado por EMI, a partir de ahí supo imponer su personalidad y sobreponerse a las tiranías de las modas y los estilos. Aquel primer disco es la bomba, un postureo glam -envuelto en cuero, un ojo pintado en rombo- y canciones cargadas de latiguillos libertarios. Sus gestas entran en los telediarios y en las páginas de las crónicas de sucesos de los diarios. ¿Pura provocación? Sí, claro. "Marica de Terciopelo”, en el “2x2”, de TVE, fue pasión y furia, 15 millones de españolitos fueron desafiados. Isabel Tenaille y Mercedes Milá abrieron la espita. Él, el rey, del pollo frito.

*Publicado en La Revista 28/05/2015

15 may 2015

Anita Berber, expresión vivida #Iconos

Iconos

Imagen: Anita Berber.
Autor: Ernest Schneider, 1921.
Ernest Schneider, 1921


El Berlín de los 20 era un cuadro de Kirchner o una escena de Fritz Lang donde la vida lucía tan intensa como si se fuera a apagar mañana. Elegante, enigmática, provocativa, Anita Berber vivió 29 años (de 1899 a 1928). Fue bailarina, actriz, modelo y mujer desinhibida, además de cocainómana. Las postrimerías de la Alemania de la República de Weimar eran algo así como la antesala del purgatorio, con destino al infierno. Icono salvaje del expresionismo, llevó al límite su pasión por la danza, bailando desnuda en cabarets y provocando al personal a golpe de amoríos lésbicos y otras hierbas. Lo mismo se enamoraba de hombres que de mujeres, que bailaba vestida de hombre ejerciendo de "dominatrix" sobre el escenario que encapsulada en un corset de alambre con el pecho al descubierto.


La República se consumía, mientras la noche berlinesa recogía toda la magia ilustrada de una civilización en su fin. En breve, el arte de vanguardia, la expresividad que ilustraba todo aquello, sería arte degenerado con destino a las mazmorras. Mientras, Anita Berber, bebía la efervescencia de su arte igual que disfrutaba del concepto libérrimo de su sexo, unas melodías apresuradas que la iban a consumir muy breve. La cocaína es lo que tiene. Se había casado -1919- con un hombre rico, Eberhard von Nathusius, quien le dio esa independencia que todos sueñan sin mucho peaje a cambio. Aquel mismo año protagonizaría una película, “Diferente a los demás”, de Richard Oswald, una de las primeras películas que aborda la homosexualidad sin provocar un cisma; en 1922, participaría en Dr. Mabuse, de Fritz Lang. En 1922 se casa con su pareja artística Sebastian Droste, “Morphium”, “Casa de locos” y un libro “Danzas de vicio, horror y éxtasis”, con poesías, dibujos y fotografías en actitud viva y expresiva que recoge la esencia de sus espectáculos.
En 1924 se vuelve a casar con un bailarín norteamericano, Henri Chatin-Hoffman, con quien vuelve a conjugar el verbo provocación sin distingos entre escenarios y vida privada que quedaba plenamente recogida por la prensa de la época, quien se hacía eco de sus vida de excesos entre drogas y sonoras orgías. Otto Dix, la pintó ya ausente con la mirada perdida y las manos regaladas sobre sus caderas. Ya no era Anita Berber.

*Publicado en La Revista 14/05/2105



23 abr 2015

Maruja Mallo, musa de la modernidad #Iconos

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Foto: Maruja Mallo, Chile, 1945.

Autor: Maruja Mallo, Pablo Neruda.

Maruja Mallo, 1945.


A maruja Mallo (Viveiro, 1902; Madrid, 1995) le acompaña la leyenda de que paseaba su menguada figura envuelta en un abrigo de pieles. Su rostro, de una destreza picassiana atrapada entre gasas imposibles, le generaban la actitud y color a esta pionera. Se paseó por las vanguardias de su juventud como quien se asoma rabiosa a la ventana de la vida; se ganó así la amistad de Lorca, Dalí, y Buñuel; veían en ella a una mujer que militaba en su propia causa, el surrealismo. Pero Maruja Mallo era más que una seguidora fiel en la aventura freudiana de la pintura, compañera destacada de los creadores del 27. Fueron los tótems del surrealismo, Breton, Éluard, quienes darían un “sí quiero” de admiración en aquel París pleno y bullicioso donde la artista había llegado para estudiar escenografía. El propio Breton le compraría para sí uno de sus cuadros, pero la de Viveiro militaba en múltiples causas, como la que le llevó junto a a Alberto Sánchez y Benjamín Palencia a descubrir los parajes agrestes del extrarradio madrileño - Escuela de Vallecas- en un afán estetizante por descubrir la belleza del submundo paisajístico.
Como docente en el Arévalo de La República compartiría doctrina militante, que la llevarían a sublimar a la causa trabajadora, y a pasear en bicicleta por el interior de una iglesia en domingo y salir como si nada. Ella era así, de gestos y encuentros. La guerra le pilla en Vigo, vía Portugal se traslada a Argentina. Junto al exilio galaico -Seoane, Colmeiro-, se reencuentra con el orden y simetría, con la influencia de autores como Torres García y el rigor numérico compositivo que ella traslada a su particular visión y representación de la naturaleza. Muralista, escenógrafa, incluso performer como se pueden ver en sus fotografías recubierta de algas, al estilo de la que muchos años antes le había fotografiado su hermano Justo en Cercedilla; ella siempre como protagonista de un rico mundo interior.
Del exilio -1961- regresa con la mueca, y el miedo a la represión; nadie la recuerda. Pasarían años, hasta que la movida la implantaría en su esencia de modernidad, allí se volvería a pasear como lo que era, una mujer moderna, libre y con su propio relato en la mano. Y el abrigo de pieles.

* Publicado en La Revista 23/04/2015

12 abr 2015

Balada sexual del desencanto #Collage

DeCollage

Entre tú y yo no hay barreras
tan sólo distancias insalvables.



9 abr 2015

2 abr 2015

Thonet nº 14, una silla de altura #Iconos #La Revista

Iconos
Diseño: Thonet nº 14
AutorMichael Thonet

 J. Reynolds haciendo equilibrios sobre una silla Thonet nº 14 en la Novena Avenida de Nueva York, en los años 30.
 Hay objetos que lo tienen todo. Belleza, practicidad, sencillez; piezas que enamoran por sus curvas, perdón, por sus líneas curvadas, una de sus aportaciones. Clásicos del diseño porque han compartido nuestros sueños. La silla nº 14 de Thonet, creada por Michael Thonet (Boppard, Alemania, 1796-Viena, 1871) es casi imposible que no haya soportado en algún momento nuestro descanso, la original, de la que desde su creación en 1859 hasta 1930 se habían vendido más de 50 millones de muestras, o una de las infinitas reproducciones.
Thonet, un constructor de muebles e industrial, pionero del diseño en curvado ( en 1841 obtuvo una primera patente para el doblado en caliente de la madera) a partir de moldes, baños de vapor y prensas de bronce, en los que sometía la madera de haya de manera para obtener una estructura homogénea y seriada; una vez completada la fase de enfriamiento y retirados los moldes, la madera se presentaba lista en las distintas piezas correspondientes al modelo, de las que tan sólo quedaba un sencillo proceso de ensamblaje. Eran seis piezas en madera y otras seis metálicas, que facilitaban el transporte. En la imagen promocional de la época se puede ver un mecano de piezas sueltas a construir dentro de un habitáculo cuadrado. En un metro cuadrado encajaban a la perfección 36 sillas dispuestas a montar en destino. En 1859 Thonet, un innovador y creativo hijo de carpintero se estaba adelantando 100 años al hoy reconocido modelo Ikea, abaratando con su invento los costes de producción y el transporte de sus sillas que después serían montadas sin complicaciones en destino sin tener que recurrir a profesionales.

Madonna y Louis Vuitton, por Steven Meisel.
La pieza fue una revolución formal y técnica, “nunca se ha creado nada mejor en en cuanto a elegancia en la concepción, pericia en el ejercicio y eficacia”, diría Le Corbusier. y es que tiene todo aquello que se le pudiera pedir a un gran invento de diseño, es una pieza ligera, ergonómica, sencilla y además, en tiempos muy económica, decían que por el coste de una botella de vino te hacías con una, esa razón, junto a un diseño que no cansa, hace de la silla Thonet un clásico que perdura y a la vez es moderno. Para muestra la campaña Louis Vuitton y Madonna, d seductora a rabiar sobre una de ellas.

*Publicado en La Revista 2/04/2015

26 mar 2015

Y #Dylan se hizo rockero #Iconos

Iconos

Foto:  “Bringing All Back Home”, de Bob Dylan.
Autor: Daniel Kramer, 1965.



Era su quinto disco, “Bringing It All Back Home”, de 1965. Hace cincuenta años que Bob Dylan sumaría a su inspiración poética el argumento de la electrificación en sus guitarras; nada sería igual. El mundo no cambiaría, claro, al menos tal como aquellos que se reivindicaban a través de sus canciones, pero él se permitió sumar la música folk al espíritu rock, un sacrilegio que se superaría con el tiempo.
“Subterranean Homesick Blues”, la primera canción, es una bomba en forma de rasgueo de guitarra junto a bajo y batería sobre las que transita una voz recitativa en un rap iniciático lleno de musicalidad. Las canciones de Dylan se volverían arrebato, al menos hasta que piezas como “Mr Tambourine Man” se envuelven otra vez en monólogos de guitarra acústica. Nadie había escrito mejores canciones sobre la guerra, el pacifismo, la segregación racial de una generación que buscaba esperanzas. Sus canciones eran himnos, pero él necesitaba otra cosa, como artista que era no se quedaría en la superficie, ni se identificaba ya con aquellos que buscaban en sus letras una respuesta al espíritu del momento, Tampoco era de los que anhelaba la dimensión de un purismo folk, había escuchado a The Beatles, Animals, así que armado con su guitarra y con la Paul Butterfield Band detrás, se enfrentaría a su propio público en el Newport de 1965 que mostraría en forma de pitos su desafección con el maestro; a él le duele, pero su trayectoria no se inmutaría. Dylan huiría poco a poco de un territorio donde se le presumía cómodo, pero no suficiente. El rock ganó trascendencia con un músico intrincado en hacer canciones alejadas de la superficie, su letras se armaban con referencias oníricas, el espíritu de los sueños, al más puro estilo de la generación Beat. Todo aquello era mucho más que un tributo, era algo que estaba inspirando su vida; el folk perdería un activista directo, permeable hacia otras corrientes de mayor digestión, y más en la onda de una cultura de masas; el rock ganaría a un artista que se mostraría como inquebrantable defensor de una música no sólo prescrita para un público juvenil o adolescente. “Bringing It All Back Home”, sería disco de oro, superando el millón de copias vendidas, y Dylan un artista universal en todos los rincones del planeta. De eso, cincuenta años.

*Publicado en La Revista 26/03/2015

19 mar 2015

Yo soy el perro de Pávlov #Iconos #Pávlov

Iconos

Imagen: Iván Petróvich Pávlov


Yo soy el perro al que Iván Petróvich Pávlov (Riazán, 1849; San Petesburgo, 1936) hizo sus experimentos. Seguro que a ninguno de ustedes le haría gracia que le condicionaran así su vida, menos jugando con algo tan primario como es la comida; ellos lo hicieron. Allí me tuvieron, él y su ayudante Twimyer, un tipo bien antipático, en un cautiverio experimental; dicen que los ensayos le sirvieron al científico ruso para formular la ley del reflejo condicional, yo no lo dudo, lo cierto es que  me estuvieron observando durante diez largos años, dando de comer a ratos, cuando no me dejaban con lo puesto sólo por verme salivar, que era cuando más excitados se ponían. Sé que no era yo el único, a veces no se escuchaban más que ladridos.
Todos aquellos logros -dicen- han sido la base del conocimiento sobre los efectos en los traumas de conducta humana, la memoria y la salud mental, pero todo eso y lo que le pudiera acontecer al resto de la humanidad a mí -el perro de Pávlov- me importa bien poco.
Pávlov nos hacía sufrir, también nos alimentaba, pero nunca de una manera lógica, o la lógica -tal vez- se correspondía con un juego conspiranoico. No es digno estar sujeto con arneses a una estructura de madera que no te deja mover un músculo, con una sonda ligada a una cánula que te perforaba la boca, y todo para percibir cómo es tu sufrimiento servido en saliva. Puede que a aquel científico loco le sirviera para hacerse con el Nobel, pero a mí me llenó de sufrimiento. Al principio me acercaban comida al hocico, sin dejar que probara bocado, más tarde ni eso. Parecían disfrutar con el engaño. Sé que todo era una prueba, si yo veía aquel círculo de color significaba el alimento por llegar, la elipse señalaba todo lo contrario. Aún recuerdo la campanilla irritante, tediosa, a la vez que me acercaban un poco de comida con el que satistacer mi hocico, peor cuando la campanilla sonaba sin premio. Yo sé que todo aquello era un experimento. Yo sé que estaban observando mi conducta, mi comportamiento al minuto, mis niveles de saliva. Los hubiera matado si pudiera, a cambio de toda esta fama que hoy lleva su nombre.

*Publicado en La Revista 19/03/2015

5 mar 2015

Bettina Graziani, adiós a la modelo #Iconos#Bettina Graziani

Iconos 
Foto: Bettina Graziani, París, 1958.
Autor: Frank Horvat, para Givenchy.

Frank Horvat


Tenía 90 años. Fue -dicen- la mujer más fotografiada de Francia.
Dotada de una mirada misteriosa llena de expresividad y de una elegancia natural fascinante, Bettina Graziani (1925, Normandía - 2/3/2015, París), nacida como Simonne Micheline Bodin, fue reina de la pasarela de la moda en los 40 y 50, en rivalidad con una belleza inglesa como Barbara Goalen. Iba para diseñadora, así se presentó al modisto Jacques Costet, con sus diseños debajo del brazo y 20 años, “tus diseños no valen nada, pero podrías ser una increíble maniquí”, le soltó como quien lanza una pedrada de sinceridad. La joven francesa no era un portento de belleza al uso, pero sí tenía mucho arte por pulir en sus 164 cm, su pelirroja melena -en breve un recuerdo-, y sus mejillas pecosas. Al poco de comenzar a desfilar conoce a quien sería su marido, Gilbert Graziani, fotógrafo de “Paris Match”, con quien se alejaría durante un tiempo de la moda para probar el amor y regresar más tarde a París coincidiendo con su divorcio, en 1950. La casa de Lucien Lelong le sirve para enseñar su talento, que fascinaría a los grandes, empezando por Jacques Fath, joven portento de la moda, con quien iría de la mano a los Estados Unidos. Por entonces la pretendía también Christian Dior, quien estaba a punto de dar a conocer su afamado “New Look”, pero ella, fiel a su palabra con Fath dejaría que éste fuera quien obrase el milagro. Le hizo cortarse el pelo para que resaltara su afilado rostro y una mirada rasgada con la que seduciría a todos. Aparecen las primeras páginas en revistas; en Vogue (1951), de la mano de Irving Penn; la fotografiarían los grandes de entonces, Horst P. Horst, Robert Doisneau, Louise Dahl-Wolfe, Erwin Blumenfeld.

Jean-Philippe Charbonnier

En 1954 fallece Fath; Givenchy la convierte en su musa, además de directora e inspiración real en muchas referencias, incluída la camisa blanca en su nombre y el perfume “Amarige”.
La tentó Hollywood, cuando se enamoró de Peter Viertel, reconocido guionista; por el príncipe Aly Khand lo dejaría todo, hasta que el destino trágico se lo llevaría por delante en un accidente. Se fue y regresó siempre que quiso, con Chanel, en 1967. Enmanuel Ungaro, Valentino, con quien relanzó la carrera de Azzedine Alaia. Fue una espectadora de lujo, hasta su muerte. Era lunes 2 de marzo.

*Publicado en La Revista 5/03/2015

19 feb 2015

Mata-Hari, doble espía del amor #Iconos #Mata-Hari

ICONOS

Foto: Mata-Hari, en 1907.




Quizás fuera la única verdad que dijo en su vida, “A los militares los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero”. Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial. Margaretha Geertruida Zelle, Mata-Hari, (1876, Holanda-París, 1917) bailó para media Europa, una actividad que le dio fama y que la llevó también dada su buena relación entre militares al desempeño de otro oficio, el espionaje.
El arte de amar lo aprendió joven, a los 18 años, en los brazos de un capitán Rudolf Campbell, su marido, cuyo destino profesional los llevaría a Java. Allí, al margen de criar a sus dos hijos, uno fallecido contagiado por sífilis -herencia paterna-, se iniciaría en las danzas nativas así como en sus prácticas amatorias, que no dudaría en mostrar a su esposo, éste, acostumbrado al arte de sus propias concubinas, remataría por escandalizarse, de disoluta y viciosa fue calificada por su marido. Roto el matrimonio, reaparecería en París haciéndose pasar por una princesa de Java; renace así en el personaje, el de una bailarina oriental que hace strip-tease. En realidad lo que más fascinaba a los franceses, al margen de su aparente exotismo, era que en sus espectáculos primaba la desnudez, al tiempo que bailaba.

A la vez que medraba su fama lo hacía el número de sus amantes. La guerra le pilla actuando en Berlín, donde era la amante del jefe de policía; más tarde lo sería de Kraemer, cónsul alemán en Amsterdam. Fue él quien le propuso convertirse en agente H-21, y ella acepta. Su fogosidad, su inconstancia en el amor, su pasión por la vestimenta militar con soldado dentro, le llevaría a aceptar también los servicios de espionaje para el capitán Ladoux, para los franceses. Fue víctima de una trampa alemana, cuando el personaje dada su promiscuidad y sus nulos aportes se les presentó molesto; el señuelo, un mensaje cifrado enviado al enemigo francés para que relacionaran a esta con el espionaje alemán, Mata-Hari amaba los militares de todos los países, y se acostaba con ellos por placer, así lo dijo en su defensa en el juicio, tras la lectura de un listado cuasi infinito de militares a lo largo de aquel verano. Murió el 15 de octubre de 1917, con traje de ceremonia, como si el último viaje en manos de un pelotón de fusilamiento fuera de gloria.

*Publicado en La Revista 19/02/2015 

12 feb 2015

Gauguin, un pintor de vida afilada #Iconos

ICONOS

Obra: “Nafea Faa Ipoipo”¨, 1892.
Autor: Paul Gauguin.


Paul Gauguin.


Que una obra de un pintor como Paul Gauguin (París, 1948 - Islas Marquesas, 1903) reviente el mercado es algo obsceno, como su vida. Un pintor, el que dicen que se ha convertido con “Nafea Faa Ipoipo”, 1892, en el más cotizado. por 300 millones de dólares, hoy, con sus infanticidas impulsos sexuales, no podría pintar más allá de la cárcel. Entonces, su conducta sería recriminada por una comunidad más permisiva como la polinesia. Los problemas económicos serían la más fiel compañía.
Cuando Gauguin, en 1891, tras una travesía de dos meses y medio desde que partió de Marsella llega a Tahití, tenía 43 años, estaba sifilítico, y su salud en sí muy tocada. De barba recortada y rizada, y un cabello levemente rojizo, su rostro acompasado por una sempiterna pipa le asemejaba más bien a un marino que a un artista que huía del mundo occidental para otear la inspiración y las fantasías salvajes de las islas. Era ya un pintor reconocido, quien había compartido experiencias con Van Gogh, con quien tuvo desavenencias, algunas como las que bordearon su locura y el reconocible episodio de la oreja rebanada. Su pasión por el oficio de la pintura, tras haber vivido su etapa de agente de bolsa y un declinar económico dramático, le costaría el abandono de su mujer, Mette-Sophie, una mujer danesa con la que tuvo 5 hijos y poco apasionamiento.
En la Polinesia Francesa buscaba la luz. Sus paisajes y los desnudos indígenas; estos, con un marcado primitivismo cuasi abstracto, estaban encendidos de color. Su biografía y la de su abuela Flora Tristán, precursora del feminismo está recreada en un libro magistral de Mario Vargas LLosa, “El paraíso en la otra esquina”.
Su primera compañía en la isla, Titi Pechitos, sería una prostituta a quien la mala vida le había consumido su aspecto. Se fue a vivir con él, de la misma manera que un día le abandonó y él agradeció, estaba arruinando su tranquilidad. La segunda Teha'amana,de 13 años, quien además de fiel concubina ejerció de paciente modelo fue ofertada por sus padres a cambio de una sustanciosa cantidad de víveres. La joven inspiraría algunos de los mejores momentos creativos, también de desenfreno sexual. Ella se quedaría embarazada, él le avisaría de un repentino viaje a París en el último momento. No se volverían a ver.

*Publicado en La Revista 12/02/2015

5 feb 2015

Joséphine Baker, la perla negra #Iconos

Iconos

Imagen: Joséphine Baker.

Joséphine baker (1906-1975) era un espectáculo, y su biografía, todo menos lineal. Estadounidense nacionalizada francesa fue la primera mujer negra en protagonizar una película, Zouzou (1934). Desde niña tenía claro que sería bailarina, y así fue, con 14, edad en la que ya estaba casada, había ganado ya un concurso de baile. Se casaría otras tres ocasiones más, la segunda con Willie Baker, un guitarrista del blues del que tomaría su apellido artístico, aunque este matrimonio duraría lo que un suspiro; con 16 años abandona al músico con la intención de probar suerte en Broadway, operación que, sin ser infructuosa, no trasciende como ella deseaba.
Su oportunidad llegaría en Europa, en París, 1925, en un espectáculo que incluía baile, sensualidad a raudales con su particular estilo desinhibido y música de foxtrot, que era lo que se llevaba, o charlestón. Una falda hecha de plátanos, al margen de exótica, pulverizó el corazoncito de los franceses. Más tarde se convertiría en bailarina del Folies Bergère, después en su propio club, Chez Joséphine; en toda aquella primera época fue una reconocida modelo fotográfica y pin-up. En sus espectáculos se acompañaba de un leopardo, que en no pocas veces, dado su carácter nervioso atemorizó a la orquesta.
Sus papeles como actriz en “Princesse Tam Tam” y “Zouzou”, de 1934, no tienen la repercusión esperada, tampoco su gira estadounidense de 1936, a quienes escandalizó la promiscuidad exhibida en su espectáculo y vetada por ello la entrada en algunos hoteles y restaurantes. De vuelta a París se casa con un empresario judío, Jean Lion. La Guerra Mundial la unió a la resistencia francesa, una labor bien reconocida con la Medalla de la Resistencia y la Legión de Honor. Se casó una vez más con el director de orquesta Jo Bouillon. Su bisexualidad -nunca reconocida- le hizo mantener numerosos amantes, y si bien en una etapa de su vida le hizo beligerante con la ocupación alemana, o el movimiento de los derechos civiles de los afroamericanos, no ocurrió lo mismo con su vida sexual.
Hemingway, Le Corbusier, quedaron prendados de su poderoso cuerpo, a imagen y semejanza de un felino. También los cubistas, inspirados en su arte y su ritual de desnudez.

*Publicado en La Revista 5/02/2015


23 ene 2015

Nacho García Vallejo, atleta en ferro #Moda #La Revista

De Moda

Nacho García Vallejo, 46 anos, triatleta. 








En Galicia hai unha canteira importante de triatletas, as xestas de Javier Gómez Noya e Iván Raña fixeron moito por este deporte para que tivera tantos seguidores. O triatlón din que é o deporte máis esixente, é a proba de Ironman, longa distancia, xa o di todo comezando polo nome.
Nacho García Vallejo é un dos amateurs que machacan o corpo case que todos os días, “un día á semana descanso”. Empezou fai 18 anos, recuperando o deporte que deixara cando tiña 27. Primeiro comezando coas probas curtas, “unha vez que esas distancias non me supuñan retos empecei a facer medio Ironman e Ironman, e así até agora”. Os retos no amateur son individuais, de tipo persoal, “o feito de acabar as probas xa é todo un éxito”. Nestes anos asistiu a probas en toda a xeografía, tamén en Francia e Portugal. E cando non, a manter o tipo nas carreiras populares. Ademais, cun grupo de amigos montaron o club TriOurense, no que están federados 35 triatletas. Gusta de moitos deportes, sobre todo deses que “te liberan e te fan sentir moi vivo”. Non os vou citar para que ninguén os imite, non vaia ser...
A sesión co deportista é no Bon Xesús de Trandeiras, Xinzo de Limia, un mosteiro derruído que mantén en pé a igrexa e o claustro, cun fondo de misterio en todo elo. Construído –din- por cabaleiros portugueses. Casualidade ou non, a imaxe de Nacho a min me lembra á de Paolo Henriques, o modelo portugués que fai anos participou na campaña de Loewe. De presenza vigorosa, pouco convencional e unha imaxe moi marcada; a sesión trata de incidir neses aspectos.

*Publicado en La Revista 22/01/2014

Envolturas de silencio

E l invierno envuelve cada rama entrelazadas entre sí por el frío y la niebla que lo atrapa todo en un escenario de aventura. Todo es ...