30 oct 2014

David Armstrong, fotógrafo del deseo #La Revista#Iconos#David Armstrong

De Moda
Foto: David Armstrong, 2011.
Revista: HORST.

David Armstrong

Vive rápido muere joven, deja un bonito cadáver; no fue el caso, aunque sí que se lo propuso.
Integrante del club de Boston, junto a su amiga Nan Goldin, Mark Morrisroe, Jack Pierson, Philip-Lorca diCorcia; David Armstrong (Arlington, Massachusetts, 1954), murió el domingo, víctima de un cáncer. Sesenta años de excesos, adicciones al alcohol y a las drogas, le convirtieron en un espectro de sí mismo; muy alejado de aquel jovencito de aspecto andrógino y cuasi angelical que se topó en los 70 con Nan Goldín en la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston, una amistad que se convertía en una corriente artística. Ambos se emplearon en lo cotidiano, si como tal se tiene en cuenta su entorno inmediato, de drogas, sexo, homosexualidad y juegos de travestismo; el propio David ejercía de drag-queen. La amistad se circunscribió al entorno -ella fue quien le introdujo-, puesto que sus trabajos nada tenían en común, salvo el elenco de amistades y las maneras de relacionarse entre ellos; mientras el trabajo de Nan consistía en documentar con naturalidad todo aquellas escenas turbadoras llenas de desenfreno a ojos de un extraño, David se convirtió en un fotógrafo de mirada clásica, un retratista limpio con una intención muy clara, encandilarnos con aquellos cuerpos de jovencitos, que desnudos o no, transitaban por sus ficciones cotidianas. Imágenes de aspecto dulce, de miradas lánguidas, de cuerpos tentadores cargados de lecturas sugerentes, con un simplísimo esquema técnico: imágenes en blanco y negro bañadas de luz natural con una cualidad plástica inigualable. Todo aquel despropósito vital por el que David transitaba (a sus 60 años, llegó a decir que se sentía como si tuviera 80) no se reflejaba de fondo en sus imágenes de moda cada vez más demandadas; en los años 80 ya exponía en el MoMA neoyorquino, y el mercado internacional del arte lo tenía muy en cuenta.

Sus fotografías semejan todo lo contrario de lo que se presuponía su propia persona, lo más parecido a un ejercicio de búsqueda permanente de la belleza, de las proporciones perfectas en los jóvenes varones que fotografiaba -no más de 26 años, le decía a Butt Magazien, en 2011-; trabajó mucho para Vogue, publicidad. El artista ha muerto, perdura el deseo.

*Publicado en La Revista 30/10/2014

23 oct 2014

“El folk es un mensaje que se regenera”#Moda#La Revista#Ana Rodríguez

De Moda

Ana Rodríguez, Ourense, 26 años, cantante


José Paz




Es la cara femenina del grupo folk por excelencia Ourensán, Brañas Folk, aunque para esta vocalista, muy melódica, amante de las grandes baladas y del rock clásico ligado a los 80, es probable -por edad- que cuando los otros componentes ensayaban repertorio ella correteaba por el parque.
Dice que la parte rockera le viene por su padre, que le enseñó esos grupos de la vieja escuela del corte de los Creedence Clearwater Revival, que son para un músico como el aire para respirar. Pero por supuesto, quien le ha dado una oportunidad de foguearse y hacer tablas, ha sido Brañas, a quien está muy agradecida y con quien comparte también su visión de una música que, más allá de modas, viene y va, y se regenera en la tradición.
La sesión, muy profesional, sin música, una pena.

*Publicado en La Revista 23/10/2014

La mirada desnuda #Luís Pérez-Mínguez#La Revista#Iconos

Iconos

Foto: Pedro Almodóvar, 1983.

Autor: Luís Pérez-Mínguez, para  la Galería Estampa, Arco-83.


Almodovar, por Luís Pérez-Mínguez



La de luis Pérez-Mínguez (Madrid, 1950-Madrid, 2014) es una mirada dura, sin complejos. No fue un fotógrafo demasiado reconocido, o al menos no tanto como su primo Pablo, uno de los cronistas de la Movida, pero siempre estuvo ahí.
Su muerte nos hace echar la vista atrás y rememorar la obra de este espíritu libre aferrado a una cámara desde que tuvo consciencia artística y eso que la vida lo postraría en una silla de ruedas a los 16 años tras un accidente acuático. La suya no era una fotografía fácil ni apta para todos los gustos, cargada en ocasiones de un marcado acento sexual que requería la implicación de todos los que formaban parte de su particular troupe con la que se movía, practicaba una mirada descarnada, interesante siempre en los matices y en los acentos que él marcaba, también en la propia perspectiva casi a ras de suelo y sobre ruedas, o inmerso en el agua, el mismo medio que le negó una vida como hubiera deseado. Sus sesiones eran una especie de performance contínuas, una especie de jam sesion fotográfica de final imprevisible, donde se mezclaba de todo, aunque uno se rinde a los resultados, de los que nunca se sabe a ciencia cierta a quien pudiera corresponder la autoría, todos eran partícipes de la imagen, porque lo suyo fue en los mejores momentos una especie de factoría a lo Warhol. Su mirada era clásica, en cuanto a composición, al dominio del claroscuro, el resto era pura autoría y frescura, siempre alejada de la tediosa perfección, una marca bien reconocible de la que hizo gala, y tal vez por ello, y por no prodigarse en demasía, es lo que nos aporta un mejor recuerdo.
“Todo está aderezado con una enorme dosis de reflejos de azar, fantasía y amor”, escribiría para la edición del libro de la colección PhotoBolsillo que le dedicaría La Fábrica, un trabajo muy sincero, con una visión instalada en lo autobiográfico, “base de una complicidad que da un sentido sutil de ternura transparente a mi obra”.
Con presencia regular en el entramado de galerías madrileñas, expuso también fuera, aunque su éxito más mentado fue la presencia en Arco-83, con “El caballero de la mano en el pecho”, donde invitaba a los artistas presentes a posar sobre el fondo con la figura tan reconocible. Eran otros tiempos.

*Publicado en La Revista 23/10/2014

22 oct 2014

Momentos de vida #Moda#Elena dos Santos#La Revista

De Moda

 Elena dos Santos, Ourense, 22 años, modelo y azafata.

José Paz




  El mundo de la moda es como todo, un entramado complejo en el que es complicado desenvolverte, más si no estás en el momento justo en el sitio adecuado, y eso todos sabemos que rara vez ocurre, pero tampoco era eso precisamente lo que me gustaría contar aquí.
Elena es muy joven, 22, pero lleva en el mundillo (algo que ella tiene claro que no deja de ser un hobby) desde los 16; la moda le ha servido para conocer a gente, pasárselo bien y disfrutar de una actividad que le atrae en su justa medida, entre otras cuestiones porque aquí “no le veo demasiado recorrido”. En realidad, como a tantos les ocurre, compagina esa actividad con otras hasta que se defina el camino; mientras, a disfrutar de la pasarela, de las sesiones de fotos y de las tendencias de la moda, que sigue con mucha atención.
Extremadamente reservada y muy tímida, a Elena le cuesta enseñar una sonrisa, que cuando surge, enamora por su naturalidad y delicadeza.
Elena tiene estilo y maneras, conoce bien el oficio, y en las fotos no es difícil encontrarle ese punto que te atrapa. Un cuerpo bien proporcionado, unas piernas bonitas que ayudan a lucir los modelos. Profesionalmente su mayor hito -dice- ha estado en Cibeles, “momento del que más satisfecha me encuentro”; después de ver cómo se desenvuelve, uno no duda de que en su actividad como maniquí seguirá viviendo otros buenos momentos.

*Publicado en La Revista 16/10/2014

20 oct 2014

Más allá de la moda #Horst P. Horst#iconos#La Revista

Iconos
Foto: Tour de cadran, 1987.
Autor: Horst P. Horst.



Si la fotografía es una gran ilusión, que lo es, las imágenes de Horst P. Horst (Weibenfels, 1906- Long Iland, 1999) son pura fantasía. Pocos autores nos presentan una atmósfera tan reconocible a lo lejos como las de este autor que aproximó sus fotografías de moda al universo cinematográfico del Hollywood más clásico, con una impregnación surrealista e influencia de las vanguardias artísticas que supo dotar a un trabajo comercial hecho en beneficio de unas determinadas marcas o autores.
Sus imágenes de moda, transcendieron de ese carácter efímero y seriado que tantas veces presenta ésta, conviertiendo algunas de sus piezas en iconos fotográficos.
La Carrera de Horst P. Horst fue larga, seis décadas, y muy creativa; como fotógrafo de modas para Vogue, para la firma Coco Chanel, o retratista para The New Yorker; también son muy reconocidos sus trabajos de bodegón, o arquitecturas, en las que plasma a la perfección la belleza y espacialidad del clasicismo del arte griego que toda su obra impregna. Todas las imágenes están planificadas al extremo, en su estudio no hay lugar a la improvisación, todo desprende un aire de perfección, que sin ser del todo cierto, puesto que en muchas de ellas deja lugar a cierto desaliño e incluso visibles impurezas, la aparente perfección no es del gusto de todo el mundo, matiz que particularmente no comparto. La elegancia de sus imágenes estaba extendida a la suya propia, en una estela glamurosa y un refinamiento propio de su persona, abiertamente homosexual. Su herencia artística se nota en no pocos autores que vendrían después, con intrusiones en la moda, en el arte en general o en la cultura popular. David Bowie, Madonna, Mapplethorpe, Herb Ritts.
Muy reconocible también es su particular manera de utilizar la iluminación, llena de efectos dramáticos propios del teatro o la danza. Cuando fotografió, en 1942, a Marlene Dietrich, esta protestó por la iluminación que éste había empleado a la hora de retratarla, más tarde, visto el resultado, la actriz empleó las imágenes en su promoción. Particularmente me quedo con su visión elegante y refinada de la sensualidad, un artificio de representación que se mantiene en pie a pesar de los años.

*Publicado en La Revista 6/10/2014

De cuando la City era un infierno #Iconos#Gustave Doré

Iconos
Imagen: Found in the street, 1872.
Autor: Gustave Doré.

Gustave Doré

cuando se expusieron por primera vez los grabados de Gustave Doré, los 180 que daban cuerpo al libro “London: A Pilgrimage, 1872“, de Blanchard Jerrold, la sociedad londinense se echó las manos a la cabeza, aquella ciudad no era la suya, decían. Jerrold le propuso a Doré hacer un libro de viajes sobre el Londres victoriano; el ilustrador, un dibujante de marcado dramatismo con una concepción de la escena a imagen y semejanza de Piranesi, no se quedó en el marco de una ciudad monumental en progreso. Ambos partieron desde el puerto de Boulogne, hasta alcanzar el corazón de la City surcando el Támesis aguas arriba como quien se adentra en un tesoro oculto, y era cierto. Doré había vivido otras etapas en aquel Londres. Para quien había sido capaz de ilustrar la Biblia que atemorizaba a los vivos con los supuestos castigos divinos, entregarse con realismo a aquella visión no le era demasiado difícil; sin proponérselo y guiado por las lecturas de Charles Dickens, rastreó las calles a la busca de aquellos personajes. El ilustrador estaba abriendo una espita en la narración, una visión primigenia de lo que sería el reporterismo por llegar, que tantos quebraderos de cabeza provocaría en la visión de las realidades tratadas. La Inglaterra victoriana era quien de ocultar una realidad, sobra decir que injusta, en la que la industrialización en curso esclavizaba convenientemente y las clases poderosas no dejaban de demostrar que lo eran en detrimento de los débilles. La pobreza era la esencia de una sociedad que explotaba a los niños, último escalafón en el ranking de las desigualdades. Los niños son víctimas propiciatorias y Doré no duda en contarlo, al igual que no renuncia a presentarnos el tema de la prostitución en una sociedad puritana donde la palabra sexo quedaba prohibida. La visión social de una ciudad estaba abriendo la comunicación a la modernidad a través del dibujo ilustrado de un artista genial. El hambre, la miseria, la visión nauseabunda de una ciudad llena de parias con fisonomía de niños que compartían las calles con los perros y las inmundicias, donde las niñas esperaban que alguien las contratara, donde los niños de la calle no conocían horizonte. Aquel “infierno” londinense, sí que era real.
*Publicado en La Revista 16/10/2014 

13 oct 2014

Y el futuro es...#Moda#Larevista#María López

De moda

María López, 7 años, O Barco. 


José Paz







Hay citas que sorprenden, la de esta niña, María, es una de ellas. Tiene una expresividad asombrosa, una mirada dulce e inquietante cargada de naturalidad, su mayor tesoro. Es una niña, es evidente, pero entiende muy bien cualquiera de las propuestas que se le plantean, sin dudas. Y a la primera. En clase es un crack “todo sobresalientes y dos notables”, eso hay que decirlo, lee a Geronimo Stilton, como tantos niños, pero desde que le han hecho fotos para las campañas de Adolfo Domínguez, alguna de sus amigas ya le ha montado un club de fans, y ella lo cuenta con la misma expresividad y naturalidad en su rostro con la que posa. Así es ella, una modelo en ciernes, aunque sobre decirlo.

*Publicado en La Revista 12/10/2014

10 oct 2014

Cuestión de contrastes #Moda#Albert#LaRevista

De moda
Alberto García, Albert, Ourense, 26 años, bailarín

José Paz





Me piden una sesión campestre, por aquello -me imagino- de que el verano nos queda ya a un lado, y hete aquí que uno se lo toma al pie de la letra; nada como ser obediente, así que ya sabe, querido lector, si tienen alguna sugerencia, a sus pies.
En los contrastes -dicen- está la salsa de la vida, qué sería de nosotros si todo fuera monocorde y anodino. Albert, Alberto García Campos, bailarín, modelo y hasta diseñador, “creo mi ropa, la personalizo”, cuenta, como justificando tan loable proceder, nada más tedioso que cuando acudes a una cita y te encuentras a alguien pululando con tu misma camisa, además, si te pasa a mí o a tí no ourre nada, pero imagínate que fueras la alcaldesa de una ciudad importante. ¡Un drama! Nada, tienes razón, Albert, qué es eso de ir seriados por la vida, como si fuéramos clones. No es una maldad, Albert, pero un poco de parecido con Vaquerizo sí que te encuentro; eso son referentes, todos los tenemos.

Albert ha bailado con los grandes, Juan Magán, Gueta, Romero, y lo cuenta como todo un reto. Es muy coqueto pero para la sesión, en una maraña agreste y salvaje, es todo voluntad y profesionalidad, y no es fácil. El resultado, fantástico, nada como tirar de contrastes y ser obediente; el artista vale.

*Publicado en La Revista 5/10/2014

6 oct 2014

La artista prematura #Iconos#Francesca Woodman #La Revista

Iconos

Foto: Providence, 1975.

Autor: Francesca Woodman.

Providence, F. Woodman.


  Las últimas palabras de un suicida son siempre recogidas como un testamento, “mi vida en este punto es como un sentimiento muy viejo en una taza de café y prefiriría morir joven dejando varias realizaciones en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas”. Francesca Woodman (Denver, 1958- Nueva York, 1981), era todo delicadeza y un ego ensimismado envuelto en la piel de una artista prematura; murió muy joven y suicida, se tiró al vacío desde una minúscula ventana en la inmensidad de Manhattan, no hubo testigos.
La locura, en una personalidad atormentada había llamado a su puerta, sus pretensiones artísticas y un corazón contrariado hicieron el resto.
Había nacido artista porque ese era el veneno que se inoculaba en casa y ese mensaje no se borra. Sus imágenes tempranas, cargadas de ensoñación y misterio con un componente surreal siempre presente, la envolvieron en una dinámica convulsiva, .
Como tantos jóvenes mostró querencia por las atmósferas fantasmales, allí plasmaba cuerpos femeninos y desnudos de aspecto vaporoso reivindicando cierto orgullo identitario, a la par que demostraba que la adolescencia es un territorio complejo; gran parte de sus fustraciones tuvieron que ver con el rechazo sufrido como fotógrafa con los artistas en voga, allí no encajaban sus series íntimas y minúsculas. Bajo el jersey de artista con pretensiones se adjudicó algunos momentos más que interesantes, narradas en primera persona, con una necesidad exhibicionista de dispensario médico, tres décadas después -en atención al número de seguidores- siguen vivas; incluso las nuevas maneras de hacer del enramado tecnológico que vivimos tienen mucha inspiración en aquellos mundos narrados por ella.

Su corta producción conocida (sus padres custodian unas 800 imágenes que convenientemente divulgan) se ha vuelto muy reconocida y valorada. El misterio de sus imágenes mantiene relación con el desenlace; a ella la convirtieron en una artista de culto, por el contenido y la reivindicación de lo femenino, y por el atrevimiento morboso que un cuerpo desnudo presenta siempre al espectador. Entonces, en aquel Nueva York de los 70, nadie lo quiso ver.

*Publicado en La Revista 5/10/2014


2 oct 2014

La invención de Bioy. #Iconos#Bioy Casares

Iconos

Foto: Bioy Casares, París, 1973.
Autor: Mario Muchnik.


Bioy Casares


 El lector se deja llevar, y no es poco. Morel fue un adelantado a su tiempo en una isla misteriosa donde merced a sus inventos de una realidad virtual sopesaba la idea de alcanzar la inmortalidad, En 1940, Bioy Casares tenía pocas fórmulas de anclaje para construir una realidad que estaba por llegar, en ¨La invención de Morel”, se aproximó bastante a los entornos virtuales que hoy sopesan nuestra cotidianidad. El centenario de Bioy tiene mucho de homenaje y reconocimiento propio, también hacia un género literario, el fantástico, no demasiado común en las letras en castellano hasta que este lustroso e irresistible dandy argentino se lo propuso. El libro es un ejercicio de cirugía literaria al servicio de la imaginación en la que el autor establece con precisión el engranaje donde sus personajes cobran vida y verosimilitud. Casares se sirvió de otros, de H.G. Wells, y la isla del doctor Moreau para establecer conexiones; en ambos escenarios había una isla, pero si en Wells el protagonista era un náufrago, aquí lo era un fugitivo, el narrador en primera persona de la historia, quien se convierte en un fiero cazador de pesquisas adivinatorias para encontrar el camino de la inmortalidad, aunque para ello debiera, al igual que Morel, morir previamente. Casares trataba de explicarnos la naturaleza del universo en que vivimos y las leyes que lo rigen, que es el verdadero intríngulis de lo narrado. ¿Debemos fiarnos de nuestras percepciones, o son estas limitadas? Visto lo visto, no, pero tampoco vamos a desvelar nada. Bioy se vale de la obra de un inventor para reflexionar acerca de la realidad y los simulacros, y lo hace a través del mundo de las imágenes. ¿Qué es más real, una imagen en sí, o el concepto de la idea que guardamos sobre los hechos? ¿Qué pasaría si fuéramos capaces de duplicar, mediante proyecciones, una realidad ya vivida? ¿Pudieran ser estas las sustitutas de todos nosotros cuando ya no estemos, o debemos desaparecer para que estas tenga lugar?. Morel, Faustine, y el anónimo protagonista que guía nuestros desvelos serán partícipes del invento, de la máquina ideada por un científico: Morel, quien da nombre al libro. Un libro sobre el concepto de tiempo, y la idea del eterno retorno que se vuelve hacia nosotros, en una imagen intensa y compleja de la plenitud de la vida.

*Publicado en La Revista 28/09/2014

Envolturas de silencio

E l invierno envuelve cada rama entrelazadas entre sí por el frío y la niebla que lo atrapa todo en un escenario de aventura. Todo es ...