29 jun 2014

No fue un sueño #Diana Nogueira#Moda#La Revista

De Moda

Diana Nogueira, Vigo, 39 años, actriz y presentadora.


José Paz






 Diana Nogueira es extremadamente delgada y apariencia delicada. Da la impresión de que su cuerpo se pudiera quebrar con un golpe de aire, pero no, el viento que sopla es más bien brisa y a la chica lo único que se le estropea es el peinado.
Museo del Mar en Vigo, un rincón que parece dibujado a conciencia para sentirse en plenitud. Lo ha elegido ella, viguesa como el mar que nos perfuma el ambiente.
Diana se muestra optimista y alegre, “vividora de experiencias", añade. Qué más se puede pedir, un entorno maravilloso, una chica que aspiró a ser Miss Universo y casi lo consigue, una modelo que posa y deslumbra, y no es retórica. Un par de operarios -durante la sesión- al cruzarse pierden la mercancía de un carretillo que portan a medias; no pasa nada, una sonrisa es justo lo que ellos también necesitan.
Es consciente de que ha vivido su momento, que todo lo que le ha pasado alrededor de los concursos de belleza, la moda y los desfiles que le vinieron por añadidura, la interpretación y la tele, ha sido fruto de un trabajo intenso, de piezas que se han encajado poco a poco según fueron viniendo. “Ha merecido la pena”, al futuro no lo mira, “no me gusta planear el futuro”, dice, como quien aspira a dejarse rodear de la mejor de las sensaciones en cada momento.
Remata la sesión y uno tiene la sensación de que se desprende de algo. Pero Diana que es muy generosa nos invita a otra, “la siguiente, una sesión de baño”. Ya les contaré.

* Publicado en La Revista 29/06/2014

23 jun 2014

Los especialistas de la planta 69 #Iconos#Charlie C. Ebbets.

Iconos
Foto: “Lunchtime atop a skycraper”¨, de 1932.
Autor: Charlie C. Ebbets.


la verticalidad de las cosas pasa por ser ser una línea recta a caballo del horizonte. Construir en altura es un ejercicio de modernidad, eso dicen los urbanistas que planifican las grandes urbes.
El GE, una de las piezas fundamentales del Rockefeller Center en Manhattan, de 70 plantas, es el décimo edificio más alto de la ciudad de Nueva York y uno de sus emblemas. Promovido por el magnate petrolero John Davison Rockefeller quien decidió invertir -tras los conocimientos y experiencias adquiridas en el crack de 1929- parte de su fortuna en proyectos inmobiliarios, entre ellos una serie de edificios en su barrio de Midtown Manhattan; el Edificio GE o RCA, allí se ubica la cadena NBC, es el eje sobre el que pivotan los demás. La construcción del Rockefeller Center quedaría financiada con la venta de acciones de sus compañías petroleras; tras la muerte de John D. Rockefeller, en 1937, el proyecto de construcción -14 edificaciones en estilo Art Decó- continuaría en manos de su hijo.
La construcción privada más longeva de los tiempos modernos (1930-1939) contó como constructor del proyecto con John R. Todd y el arquitecto Raymond Hood, como arquitecto principal.
La vida de Charlie Clyde Ebbets (Gagdsen, Alabama, 1905-Miami, 1978), un aventurero de mil oficios, entre ellos periodista y fotógrafo, quedará ligada a la de este edificio, no por su prodigio arquitectónico y su innegable estela de modernidad, sino merced al operativo de su construcción y sus arriesgados movimientos que él siguió de manera especial. La verticalidad, la altura y las grandes vigas dispuestas no estaban al servicio del vértigo. “Lunch atop a Skyscraper”, de 1932, es una reconocible fotografía desafiando el vértigo de quienes se empleaban a fondo en la construcción del afamado rascacielos, aconstumbrados a jugarse la vida, aunque varios de ellos morirían durante la construcción. Especialistas en el trabajo en altura a los que Charlie Ebbets fotografió como si estar encaramado a una línea en forma de viga fuera lo más normal. Es cierto que eran ellos, los más avezados de la tribu de los Mohawk, quienes hacían vida en las alturas, los que posaban para el fotógrafo, iluso quien pudiera pensar lo contrario.

*Publicado en La Revista 22/06/2014

La universalidad está en cualquier parte #Moda#La Revista#Lucía Álvarez

De Moda

Lucía Álvarez, Mouruás, San Xoán de Río, 29 años, actriz 

José Paz







Fue borges quien imaginaba el paraíso en forma de biblioteca, y no está mal; si Borges fuera ourensán es probable que ese paraíso tuviera forma de aldea.
Son aldeas -las de Ourense- hoy en parada, en tiempo muerto, como quien está a la espera de que algún día regrese ese amante de ultramar que un día se marchó y se olvidó de ellas, como le ocurre a Mouruás, en San Xoán de Río, que tiene poco más de una veintena de vecinos, pero guarda el recuerdo de la plenitud  de todos sus antiguos moradores. Lucía Álvarez podría decir que es de Madrid, allí vive desde los cinco años, y ahorrarse explicaciones añadidas, pero no, ella es de Mouruás, porque allí encuentra su karma y las razones que le motivan. Hasta cerca de allí, esa aldea de montaña, llevará Tre-Mendas (26 y 27 de julio), el espectáculo teatral, que junto a María Casal y María José del Valle, lleva girando por todo el país; el éxito está asegurado.
Vive la profesión de actriz con pasión y oficio, consciente de que todo en ella -y en la vida- es aprendizaje, son también las razones que le llevaron un día a iniciarse en un carrera de fondo llena de obstáculos a sortear. La interpretación es su pareja de baile, el resto son meros pretendientes. Tiene un cuerpo expresivo que cuida y domina, una sonrisa amplia, y unos ojos que enamoran, llenos de vida como van.
La sesión que no es en Mouruás, aunque pudiera, gana altura por momentos. Lucía seduce con maestría, con la elegancia instalada en cada gesto, sabe lo que hay que hacer y uno va leyendo las jugadas, tanto que se imagina cosas, y percibe ecos, de lo más interesantes. Uno se encuentra con la universalidad donde le da la gana.

*Publicado en La Revista 22/06/2014

16 jun 2014

Mejor solo que... #Moda#La Revista#Yomelo Montosolo

De Moda

Yomelo Montosolo, Ourense, 37 años, cantautor. 







Más allá del fútbol hay otras realidades, aunque no lo parezca –hay momentos en los que se vuelven invisibles- o reconocerse en ellas pueda resultar de lo más incómodo. En Yomelo o Yomelo Montosolo, porque son dos partes en una misma cabeza, está este ourensano que se sobrepuso a aquella adolescente antipatía por la pelota, guitarra en mano y el asfalto de la calle como mejor escenario. Entonces, con 17 años la guitarra se convirtió en la compañera inseparable, después vendrían los “Pancracios”, banda de cinco años de vida; más tarde él y sus circunstancias. Y así hasta ahora, “uno solo es la mejor manera de llevarse bien”.
Yomelo es un trovador contemporáneo, un tipo de barrio con arrojo, y mucha sinceridad: “yo no tengo muchas pretensiones, me conformo con tocar y que me vuelvan a llamar de esos sitios donde se han quedado satisfechos conmigo”.
¿Pero, quién es este chico? “Soy un chico normal, aunque tenga un trastorno mental”, dice, recurriendo al estribillo de una de sus canciones, una de las muchas de ese repertorio de escape, ese que ayuda “a desconectar y escapar de los problemas cotidianos”; eso sí, abstenerse de asistir quien vaya desprovisto de complicidad y predisposición.
¿Glamour? La sesión -pienso- lo dice todo. Eso mejor lo dejamos para Alaska, y compañía, con los que él, esta vez acompañado de los Dirty Fanecas, tocarán el próximo día 28.

* Publicado e La Revista 15/06/2014

El hechicero del verano #Iconos#Georgie Dann

Iconos

Foto: Georgie Dann, en uno de sus éxitos, “El Chiringuito, de 1988.


El verano es un territorio cuasi de ficción, y por lo tanto propenso a ciertas anomalías, al menos en lo musical.
¿Cuántas canciones del verano recuerdas? Seguro que muchas responden al mismo padre.
Es probable que se diera un cúmulo de circunstancias, la idiosincrasia del país –años 70, 80-, los usos televisivos del momento; el hecho es que con Georgie Dann, un francés con estudios de conservatorio y dominio de varios instrumentos, se establece una conexión entre sus éxitos musicales -clónicos de laboratorio- y el transcurrir de cada uno de aquellos veranos. “El Bimbó”, “Macumba”, “Carnaval”, “El Africano”, “El Chiringuito”, “La Barbacoa”, “El negro no puede”, “El veranito”, son los títulos de algunos hits que si se nos diera por enumerarlos a todos rebasaríamos el texto disponible ; melodías que son la expresión de una dictadura musical programada y una sociedad que parecía regodearse en un estado febril de bailoteo cutre. Era entrever las cordilleras del estío, antes de que los rigores del calor apretaran, para que se escucharan ya los primeros ecos musicales. Ritmos trillados, pegadizos, agazapados entre letras simplonas que se sumaban a la piel del respetable; canciones acompañadas en las apariciones televisivas de un bailoteo acompasado a base de go-gós dejando entrever cacha. En España los primeros videoclips televisivos se estrenaron con sus éxitos. Hubo décadas en las que Georgie semejaba además lo más parecido a una versión musical del Jordi Hurtado, nada en él cambiaba, ni siquiera su físico.
Es innegable reconocer -no es la intención de quien suscribe restarle mérito- que todo lo que rodeaba su música era lo más parecido a una antesala del cachondeo, pero eso es lo que buscaba en el público; para triunfar a su manera no había que romperse mucho la cabeza, pero sí tener talento para repetir las jugadas. Cuando su reinado empezó a flojear, coincidentes con la aparición de mayor número de televisiones, muchos trataron de de instalarse en su feudo, la no pasaba del primer round. Georgie fue sin duda un especialista en hacer visible una marca musical desprovista de pretensiones de calado, acompañando siempre sus apariciones de un buen número de bellas bailarinas con las que improvisaba bailes en un nivel parejo. La de sus “hits” es una gesta irrepetible.

*Publicado en La Revista 15/06/2014

11 jun 2014

Na procura das ninfas #Yolanda Castaño #Moda #La Revista

De Moda

Yolanda Castaño, Santiago, 37 anos, poetisa 

José Paz







A poesía sempre tan minoritaria coma necesaria, porque escribir poesía é unha necesidade.
Yolanda Castaño é un referente na creación poética galega -rexeita de pleno esta consideración-, e non só pola estricta labor literaria, senón tamén na divulgativa do propio medio. Yolanda ten claro que “a poesía ten que ser comunicación, non é cuestión de facer monólogos, nin falar contra as paredes ou para ti mesma”. A poesía coma calquera outro universo creativo ten que camiñar na procura do público, e nesas está dende fai tempo -vinte anos- a creadora coruñesa.
O encontro é grato, dúas horas de viaxe e unha larga tarde de actividades profesionais por diante non é impedimento para brindarse a un exercicio -en principio- menos poético. Está acostumada á disciplina, e non só para atopar ás musas, porque xa se sabe, “a inspiración cando ven ven, e senón, estás agardando coma unha cadeliña a súa porta”. Tamén co traballo para “estimular a sensibilidade, ese estado de alerta necesario que che permita cultivar a experiencia creativa”, algo que ela consigue a través dese inmenso labor de xestión paralela ao seu oficio. Un imaxina que a sesión de fotos tamén o é. 
As vellas paredes do Liceo contrastan coa beleza natural de Yolanda, co seu bó tino e disposición á hora de posar. Está acostumada a facelo, a traducir co seu corpo as mellores pinceladas poéticas, os mellores versos que den corpo a ese outro poema. Seguro que este lle chegará a máis público.

* Publicado en La Revista 11/06/2014

4 jun 2014

Por arte de magia #Moda#La Revista

De Moda

Xacobe Sanz, Santiago, 30 años, mago. 



José Paz







Hay citas que tienen truco o al menos eso es lo que a uno le gustaría. En las sociedades antiguas, el mago era aquel que bien por su condición de hechicero o de poderoso entre los suyos tomaba las decisiones importantes de su comunidad. Todo ello deriva de una condición primaria del mundo, una visión dramática de la naturaleza, como apuntaba Julio Caro Baroja, donde el bien y el mal, el orden y el caos, lo divino y lo demoníaco están ligados a la exitencia del ser humano.
Por suerte, nuestros magos de hoy guardan sus trucos para nuestro entretenimiento. El mago Xacobe tiene poco de chamánico, tan sólo una línea de risa que a veces le dan un aquel de pillo de barrio, o de niño inquieto, como a él le gusta verse. Aquella viveza manifiesta de un niño de diez años fue la que le llevó a desarrollar un ejercicio de curiosidad, de plegarse a los designios de otros magos para que le soltaran lastre con el que formarse, ¿o acaso pensáis que los trucos se le cuentan a cualquiera? La confianza hay que ganársela.
Me cuenta que en sus espectáculos le gusta combinar la magia de cerca, donde trata de impresionar al espectador, con los espectáculos, donde la magia se mezcla con las emociones. Un mago ha de ser un showman, él lo es, “la magia es -comenta- el compendio de muchas artes, del teatro, del circo, del cine”.
La sesión nos descubre la otra cara del mago, el de la vida real, un chico joven y simpático, con las alforjas llenas de ilusión. Trucos no le han de faltar.

*Publicado en La Revista 1/06/2014

Artificios cotidianos #Iconos#Lynne Cohen

Iconos

Foto: Police Rance, 1990.
Autor:
Lynne Cohen.



Lynne Cohen



El absurdo existe no hay más que ponerse a ello. Lynn Cohen (Racien, Wisconsin, 1944- 2014) deambulaba por la vida con la mirada llena de balas con destino certero. A lo largo de su carrera no desperdició un solo cartucho, y eso que sus disparos iban destinados al vacío, a esos espacios en los que aparentemente no ocurre gran cosa, pero su mirada era subversiva.
La fotografía en manos de algunos autores puede ser una bomba, pura dinamita, y en las de esta fotógrafa norteamericana que residió media vida en Canadá, lo era y de qué manera. Fotografiaba interiores con la sutileza que un taxidermista procesa animales muertos, pero siempre dispuesta al encontronazo surrealista, a la subversión de los objetos, a desvelar un camuflaje que a través de la mirada ella era capaz de evidenciar como quien descubre un enigma o da con las claves de la piedra filosofal cuando el resto de los mortales pasaban por allí sin percibir nada. El trabajo de esta artista recientemente fallecida, que usaba la fotografía como un medio de indagar en la naturaleza de la acción del hombre, tenía siempre un poso de mayor hondura, una radiografía psicológica y sociológica de los entornos construidos por las instituciones al servicio del poder, pero también aquellos lugares comunes ideados en un determinado entorno cultural. Una obra de calado político, intelectual, donde la realidad era tratada como un artificio, como una ficción en sí, sin trampa ni cartón, entre otras cuestiones porque Lynne de todo ello no movía una coma. Comienza a finales de los 70 a fotografiar casas de ciudadanos anónimos que se prestan a ello sin deparar en el gesto de desnudez plena al que se estaban enfrentando, sin dejarse ver, porque en estas imágenes fantasmagóricas la presencia como tal de las personas no se ve, aunque se percibe rabiosa. En más de una ocasión señaló que prescindía de la figura humana entre otras cuestiones porque no sabría cómo ni dónde situarla. Después de los salones particulares se pasó a los públicos, a los spas, y a los escenarios industriales y a las instalaciones militares, tratando de ilustrar las huellas de los poderosos. Indagó mucho antes que los fotógrafos de la Escuela de Dusseldorf, y además con una intención más pertinente y crítica.

*Publicado en La Revista 1/06/2014

Envolturas de silencio

E l invierno envuelve cada rama entrelazadas entre sí por el frío y la niebla que lo atrapa todo en un escenario de aventura. Todo es ...