Lucía Álvarez, Mouruás, San Xoán de Río, 29 años, actriz
José Paz |
Fue borges quien imaginaba el paraíso en forma de biblioteca, y no está mal; si Borges fuera ourensán es probable que ese paraíso tuviera forma de aldea.
Son aldeas -las de Ourense- hoy en parada, en tiempo muerto, como quien está a la espera de que algún día regrese ese amante de ultramar que un día se marchó y se olvidó de ellas, como le ocurre a Mouruás, en San Xoán de Río, que tiene poco más de una veintena de vecinos, pero guarda el recuerdo de la plenitud de todos sus antiguos moradores. Lucía Álvarez podría decir que es de Madrid, allí vive desde los cinco años, y ahorrarse explicaciones añadidas, pero no, ella es de Mouruás, porque allí encuentra su karma y las razones que le motivan. Hasta cerca de allí, esa aldea de montaña, llevará Tre-Mendas (26 y 27 de julio), el espectáculo teatral, que junto a María Casal y María José del Valle, lleva girando por todo el país; el éxito está asegurado.
Vive la profesión de actriz con pasión y oficio, consciente de que todo en ella -y en la vida- es aprendizaje, son también las razones que le llevaron un día a iniciarse en un carrera de fondo llena de obstáculos a sortear. La interpretación es su pareja de baile, el resto son meros pretendientes. Tiene un cuerpo expresivo que cuida y domina, una sonrisa amplia, y unos ojos que enamoran, llenos de vida como van.
La sesión que no es en Mouruás, aunque pudiera, gana altura por momentos. Lucía seduce con maestría, con la elegancia instalada en cada gesto, sabe lo que hay que hacer y uno va leyendo las jugadas, tanto que se imagina cosas, y percibe ecos, de lo más interesantes. Uno se encuentra con la universalidad donde le da la gana.
*Publicado en La Revista 22/06/2014
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