11 may 2017

Mujeres y soledad, en Cesare Pavese

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Imagen: Cesare Pavese y Constance Dowling (1950)

Lo de Cesare Pavese ( Santo Stefano Belbo,1908- Turín, 1950) con el sexo femenino asemeja infortunio. No tuvo mujer, pero hubo  mujeres en su vida, empezando por su madre, mujer autoritaria y dominante, a la que odiaba tanto como la quería.
  Era un ser extraño, contradictorio. Amaba a las mujeres, y las aborrecía, algunos de sus textos rezuman misoginia, “Todos encontramos una puta en el transcurso de nuestra vida, y son poquísimos los que encuentran una mujer y les sea honesta”, escribe en su imponente ejercicio “Oficio de vivir”, donde asume que “la vida es un oficio, es decir, un trabajo”.

Constance Dowling y Cesare Pavese.

Sus encuentros con el sexo opuesto fueron puro desatino. Desde su adolescencia, cupido siempre le dejó las flechas a sus pies, sin ser correspondido; su disfunción sexual tampoco ayudó demasiado. En los años treinta se enamora de Tina, “la mujer de la voz ronca”, estudiante de matemáticas y amante de un activista encerrado entre rejas del Partido Comunista en tiempos de Musolini, Altiero Spinelli. Pavese acepta que su casa sea destino de las misivas del activista. La policía encuentra las cartas y él acaba en prisión primero, y luego en el exilio. Desde la cárcel escribe en su diario, “Mi historia con ella no está hecha de grandes escenas... Es atroz este sufrimiento”. Pavese imagina amoríos, intercede pensando sacar algún rédito, y sufre por ellos. Así hasta la muerte, guiado por ese enamoramiento nunca correspondido. Al salir de la cárcel busca a su amada Tina, en Turín descubre que ésta se ha casado con otro. Suma razones en su fervor misógino.
   Pavese es un entomólogo de sí mismo, lo demuestra en “Oficio de vivir”, un ejercicio de escritor impenitente, donde a modo de desfogue escruta su vida, en segunda persona, recriminándose por lo que le sucede o por lo que hubiera de sucederle a condición de haber actuado de otra manera.
   “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos... serán una vana palabra, un grito acallado, un silencio”, reza el poema -1950- a su último amor, Constance Dowling, la actriz, también le abandona. La habitación 346 del Albergo Roma se llena así de desesperanza. Por su imaginación desfilan todas sus mujeres desnudas, las odia. Se va sin el fragor de la piel de una mujer que le sirviera de goce. Era el 27 de agosto de 1950, dos tubos de tranquilizantes le ayudarán a despedirse de su soledad.

* Publicado en La Revista 11/05/2017

3 may 2017

Eskorbuto, una “Historia triste” #Iconos

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Imagen: Eskorbuto, por Juantxu Rodríguez, 1984.

En los 80 Bilbao era una pátina negruzca de mimbres de acero. El horizonte se escrechaba con el sol de fondo en el ocaso, mientras, en las barricadas los obreros de Euskalduna resistían para no morir. En aquel escenario de reconversiones el punk se aferraba a la vida de los jóvenes que entonaban la melodía para sucumbir al miedo. Si los ingleses empleaban el “No Future”, desde Santurce, un trio de nihilistas sin comparanza se esforzaban por vociferar su rabia “Anti Todo” como mejor síntesis de vida.
   Eskorbuto, Juanma Suárez, Iosu Expósito, Pako Galán, eran hijos de la emigración -gallega- que desde la mugre de cemento de los altos Hornos oteaban la otra orilla del Nervión y se aferraban así al destino. Eskorbuto, junto con Rip o Cicratiz formaron parte de una entente nihilista y acelerada, con la marejada de fondo de las drogas que les ayudó a resistir a las tres bandas hasta quedar después como restos de un barco varado en la orilla. De todos ellos, Eskorbuto fue el más imprevisible, el más punk, y así lo interpretaron, sin otro meandro que su propia vida.


Conscientes de que el punk era desafío y provocación, sus letras no eran inferiores a su estética de ultratumba, de pelos en punta, imperdibles y guitarras aceleradas. Si en Marshall McLuhan el medio es el mensaje, ellos lo serían todo a través de su piel. El nombre de la banda les venía al pelo, Eskorbuto, por su propio aspecto de cuerpos enfermos; los chicos vomitaban y escupían con la rabia de quienes sostienen un endeble porvenir entre los dientes. La crudeza de los ochenta no tenía parangón, el desafío vital gestado por sus progenitores se fundía como el metal incandescente y para siempre, pero ellos estaban para entonar la desolación.
   Mientras, en las fiestas de Bilbao, se apropiaban de sus lemas más populares, “Mucha policía, poca diversión”, a ellos, en Madrid, -4 de agosto de 1983- les detienen y les aplican la Ley Antiterrorista al supervisar el contenido de las canciones en forma de maqueta. Desde las Gestoras Proanmistía les ningunean sustento y eso, a la banda, lejos de amedrentarlos les da combustible. “A la mierda el País Vasco”, “Anti Todo”, Eskorbuto lo serían hasta el final. Su discografía no tiene desperdicio, sus vidas tampoco: sociología del desamparo. Juanma y Iosu murieron en 1992, sus restos reposan. por supuesto, en Santurce, y con mucha vida, de la otra.

*Publicado en La Revista 3/05/2017

Envolturas de silencio

E l invierno envuelve cada rama entrelazadas entre sí por el frío y la niebla que lo atrapa todo en un escenario de aventura. Todo es ...