4 jun 2014

Artificios cotidianos #Iconos#Lynne Cohen

Iconos

Foto: Police Rance, 1990.
Autor:
Lynne Cohen.



Lynne Cohen



El absurdo existe no hay más que ponerse a ello. Lynn Cohen (Racien, Wisconsin, 1944- 2014) deambulaba por la vida con la mirada llena de balas con destino certero. A lo largo de su carrera no desperdició un solo cartucho, y eso que sus disparos iban destinados al vacío, a esos espacios en los que aparentemente no ocurre gran cosa, pero su mirada era subversiva.
La fotografía en manos de algunos autores puede ser una bomba, pura dinamita, y en las de esta fotógrafa norteamericana que residió media vida en Canadá, lo era y de qué manera. Fotografiaba interiores con la sutileza que un taxidermista procesa animales muertos, pero siempre dispuesta al encontronazo surrealista, a la subversión de los objetos, a desvelar un camuflaje que a través de la mirada ella era capaz de evidenciar como quien descubre un enigma o da con las claves de la piedra filosofal cuando el resto de los mortales pasaban por allí sin percibir nada. El trabajo de esta artista recientemente fallecida, que usaba la fotografía como un medio de indagar en la naturaleza de la acción del hombre, tenía siempre un poso de mayor hondura, una radiografía psicológica y sociológica de los entornos construidos por las instituciones al servicio del poder, pero también aquellos lugares comunes ideados en un determinado entorno cultural. Una obra de calado político, intelectual, donde la realidad era tratada como un artificio, como una ficción en sí, sin trampa ni cartón, entre otras cuestiones porque Lynne de todo ello no movía una coma. Comienza a finales de los 70 a fotografiar casas de ciudadanos anónimos que se prestan a ello sin deparar en el gesto de desnudez plena al que se estaban enfrentando, sin dejarse ver, porque en estas imágenes fantasmagóricas la presencia como tal de las personas no se ve, aunque se percibe rabiosa. En más de una ocasión señaló que prescindía de la figura humana entre otras cuestiones porque no sabría cómo ni dónde situarla. Después de los salones particulares se pasó a los públicos, a los spas, y a los escenarios industriales y a las instalaciones militares, tratando de ilustrar las huellas de los poderosos. Indagó mucho antes que los fotógrafos de la Escuela de Dusseldorf, y además con una intención más pertinente y crítica.

*Publicado en La Revista 1/06/2014

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