Foto: Bioy Casares, París, 1973.
Autor: Mario Muchnik.
Bioy Casares |
El lector se deja llevar, y no es poco. Morel fue un adelantado a su tiempo en una isla misteriosa donde merced a sus inventos de una realidad virtual sopesaba la idea de alcanzar la inmortalidad, En 1940, Bioy Casares tenía pocas fórmulas de anclaje para construir una realidad que estaba por llegar, en ¨La invención de Morel”, se aproximó bastante a los entornos virtuales que hoy sopesan nuestra cotidianidad. El centenario de Bioy tiene mucho de homenaje y reconocimiento propio, también hacia un género literario, el fantástico, no demasiado común en las letras en castellano hasta que este lustroso e irresistible dandy argentino se lo propuso. El libro es un ejercicio de cirugía literaria al servicio de la imaginación en la que el autor establece con precisión el engranaje donde sus personajes cobran vida y verosimilitud. Casares se sirvió de otros, de H.G. Wells, y la isla del doctor Moreau para establecer conexiones; en ambos escenarios había una isla, pero si en Wells el protagonista era un náufrago, aquí lo era un fugitivo, el narrador en primera persona de la historia, quien se convierte en un fiero cazador de pesquisas adivinatorias para encontrar el camino de la inmortalidad, aunque para ello debiera, al igual que Morel, morir previamente. Casares trataba de explicarnos la naturaleza del universo en que vivimos y las leyes que lo rigen, que es el verdadero intríngulis de lo narrado. ¿Debemos fiarnos de nuestras percepciones, o son estas limitadas? Visto lo visto, no, pero tampoco vamos a desvelar nada. Bioy se vale de la obra de un inventor para reflexionar acerca de la realidad y los simulacros, y lo hace a través del mundo de las imágenes. ¿Qué es más real, una imagen en sí, o el concepto de la idea que guardamos sobre los hechos? ¿Qué pasaría si fuéramos capaces de duplicar, mediante proyecciones, una realidad ya vivida? ¿Pudieran ser estas las sustitutas de todos nosotros cuando ya no estemos, o debemos desaparecer para que estas tenga lugar?. Morel, Faustine, y el anónimo protagonista que guía nuestros desvelos serán partícipes del invento, de la máquina ideada por un científico: Morel, quien da nombre al libro. Un libro sobre el concepto de tiempo, y la idea del eterno retorno que se vuelve hacia nosotros, en una imagen intensa y compleja de la plenitud de la vida.
*Publicado en La Revista 28/09/2014
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