Foto: David Armstrong, 2011.
Revista: HORST.
David Armstrong |
Vive rápido muere joven, deja un bonito cadáver; no fue el caso, aunque sí que se lo propuso.
Integrante del club de Boston, junto a su amiga Nan Goldin, Mark Morrisroe, Jack Pierson, Philip-Lorca diCorcia; David Armstrong (Arlington, Massachusetts, 1954), murió el domingo, víctima de un cáncer. Sesenta años de excesos, adicciones al alcohol y a las drogas, le convirtieron en un espectro de sí mismo; muy alejado de aquel jovencito de aspecto andrógino y cuasi angelical que se topó en los 70 con Nan Goldín en la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston, una amistad que se convertía en una corriente artística. Ambos se emplearon en lo cotidiano, si como tal se tiene en cuenta su entorno inmediato, de drogas, sexo, homosexualidad y juegos de travestismo; el propio David ejercía de drag-queen. La amistad se circunscribió al entorno -ella fue quien le introdujo-, puesto que sus trabajos nada tenían en común, salvo el elenco de amistades y las maneras de relacionarse entre ellos; mientras el trabajo de Nan consistía en documentar con naturalidad todo aquellas escenas turbadoras llenas de desenfreno a ojos de un extraño, David se convirtió en un fotógrafo de mirada clásica, un retratista limpio con una intención muy clara, encandilarnos con aquellos cuerpos de jovencitos, que desnudos o no, transitaban por sus ficciones cotidianas. Imágenes de aspecto dulce, de miradas lánguidas, de cuerpos tentadores cargados de lecturas sugerentes, con un simplísimo esquema técnico: imágenes en blanco y negro bañadas de luz natural con una cualidad plástica inigualable. Todo aquel despropósito vital por el que David transitaba (a sus 60 años, llegó a decir que se sentía como si tuviera 80) no se reflejaba de fondo en sus imágenes de moda cada vez más demandadas; en los años 80 ya exponía en el MoMA neoyorquino, y el mercado internacional del arte lo tenía muy en cuenta.
Sus fotografías semejan todo lo contrario de lo que se presuponía su propia persona, lo más parecido a un ejercicio de búsqueda permanente de la belleza, de las proporciones perfectas en los jóvenes varones que fotografiaba -no más de 26 años, le decía a Butt Magazien, en 2011-; trabajó mucho para Vogue, publicidad. El artista ha muerto, perdura el deseo.
*Publicado en La Revista 30/10/2014
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