Foto: París, Arco de Triunfo, 8 de mayo de 1945.
Autor: Ralph Morse, revista Life.
Ralph Morse |
La emoción al verlos pasar era indescríptible, atrás quedaban cuatro largos años de humillante ocupación. Cuando con las primeras luces del día las tropas del general Leclerc entraron en París por la puerta de Orleáns, los ciudadanos estallaron en puro júbilo. La emoción al ver las banderas francesas ondeando sobre aquellos carros era indescriptible. Era el 25 de agosto de 1944, pero no todo estaba ganado, sobre París aún quedaban más de 20.000 alemanes dispuestos a la batalla, muchos de ellos, también entre los aliados, formarían parte del paisaje de mortandad que al día siguiente restaría inerte sobre los adoquines. Panorama sangriento pero bien alejado de las verdaderas intenciones de Hitler, quien había dibujado para la ciudad del Sena, un horizonte de destrucción a imagen y semejanza del arrasado Stalingrado. ¿Arde París?, llegó a preguntar a sus interlocutores, no obtuvo respuesta. Dietrich Von Choltitz, su hombre al frente de las tropas de ocupación, Gobernador Militar desde el 7 de agosto, sin hacer dejación de responsabilidades militares, atrapado tal vez por la belleza y la historia de la ciudad, se negó al cumplimiento de la orden.
París, un icono a liberar. Lo era para sus ciudadanos, que auspiciados por el Partido Comunista bloquearon las calles alzando barricadas con las que impedir el paso a los soldados alemanes; lo era para el general De Gaulle, y para el general Leclerc, al mando de la 9ª Compañía, a las órdenes de estadounidenses y británicos, pero no para los aliados, quienes tras el desembarco de Normandía deseaban poner fin a la contienda lo antes posible, por ello, el destino era Berlín y no París, cuya resistencia, de haberla, les obligaría a intervenir. Para De Gaulle que negaran el avance sobre París era un gesto inconcebible que no estaba dispuesto a consentir, él apoyó la desobediencia; los aliados, viendo lo imparable de la intención del mando francés, enviaron tras él a la Cuarta División de Infantería.
Por supuesto que los alemanes opusieron resistencia, y mucha, al general Von Choltitz lo capturó Antonio Gutiérrez, La Nueve, estaba llena de combatientes exiliados españoles. Antes, el teniente Amado Granell, al mando de una de sus secciones, habían sido los primeros en pisar París.
*Publicado en La Revista 24/08/2014
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