10 feb 2013

El taxidermista de seres humanos #Iconos


ICONOS

Imagen: soldado alemán
Autor: August Sander, 1940


                                                     August Sander 

August Sander (Herdorf, 1876; Colonia, 1964) paseaba su cámara de placas como un taxidermista herido en la realidad de entreguerras, un tiempo en el que en su querida Alemania se instaló entre el delirio y la locura. Sus personajes son como moles de cemento en piel y alma; la realidad y el drama por lo vivido hacen el resto.
  El catálogo de vanidades de la sociedad alemana estaba allí a la par que la miseria y la sinrazón. Sander fotografió a los nazis a la altura de los judíos; a los gitanos igual que a los políticos; agricultores, obreros y desempleados; mujeres, profesores, inválidos de guerra, escritores, artistas. Todos con suma dignidad y elegancia como si la suya fuera una misión de interés científico -no deja de serlo- a prueba de bombas y nunca mejor dicho, su estudio fue bombardeado al final de la Segunda Guerra Mundial. En su obra no había lugar para el ensalzamiento, pero tampoco para el escarnio, sus retratos en tres cuartos, o de cuerpo entero son como una radiografía perfecta de sus coetáneos, la sociedad que le tocó vivir, un trabajo lleno de compromiso y respeto, alejado de cualquier atisbo de cinismo.
En “Face of our time”, de 1929 se recogen gran parte de esos arquetipos de vida cotidiana -tiempos de la República de Weimar- en los que envolvía a sus paisanos, no les pedía su nombre, o si lo hizo lo único que trascendió fue el oficio como tarea de clasificación, en corte conceptual y trazando las líneas básicas de la denominada Nueva Objetividad alemana que por aquella época estaba despertando.
  Su trabajo disgusta a los nazis. Cuando se instalan en el poder, en 1936 proceden a la incautación de su libro y a la destrucción de las placas. Si empezó fotografiando sistemáticamente a los agricultores de su Westerwald natal, fue como una manera de posicionarse en la tarea de la cotidianidad en un territorio que conocía bien.
La mirada realista, cruda, sus ensayos de tipología humana son como teselas que completan el mosaico de una época. Su hijo Erich, militante de izquierdas, fue preso en el mismo año y muerto en 1944. A pesar del calvario vivido en muchos momentos Sander nunca cejó en su obra; después de la Segunda Guerra Mundial reconstruye su archivo; el reconocimiento le sobrevino en sus últimos años, pero sobre todo después de su muerte.

*Publicado el 10/02/2013 en La Revista

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