23 jun 2012

¿Piensas publicar esa mierda?

ICONOS

Imagen: Richard Nixon, 1973
Autor: Charles Tasnadi, AP

Richard Nixon


     Ni la metodología ni en la práctica la política de Richard Nixon difería mucho de la de sus predecesores, pero a él le pillaron. Desde su privilegiada posición se limitó a negar y a tratar de comprar el silencio hasta que el escándalo del espionaje por el Watergate se hizo mayúsculo, en un punto de no retorno. Para evitar que sus colaboradores declararan ante la Comisión de Investigación del Senado invocó el “privilegio del Ejecutivo”, superado por las circunstancias cambió de opinión semanas después, febrero del 73. Muchos de sus colaboradores declaraban al tiempo que dimitían, a partir del 17 de mayo todo aquello ya era un acontecimiento televisivo. John Dean, uno de sus consejeros, fue el primero en implicarle y Alexander P.Butterfield, el que alertó con las cintas y todas las conversaciones mantenidas en el despacho oval; otra prueba más de resistencia. La historia remata con una amenaza de “impeachement”, siete de sus colaboradores condenados y él acusado por la Cámara de Representantes de retrasar, impedir y obstruir la investigación.
     Reconocidos los hechos y falto de apoyos en su partido. el 8 de agosto de 1974 dimite y es sustituido por Gerald Ford, quien con posterioridad le indulta.
     Pero el caso del Watergate es sobre todo un asunto periodístico, evoca a la épica de la profesión en la figura de dos jóvenes reporteros, Carl Berstein y Bob Wodward, y la perseverancia de un periódico, el Washington Post. Tras una aparente detención rutinaria -18 de julio de 1972- de cinco individuos pillados in fraganti en la sede del Partido Demócrata en Washington, descubren que detrás de aquella acción hay una red de espionaje alimentada con dinero republicano –J. Mitchel- y un entramado que llega hasta lo más alto de la cúpula de los Republicanos en medio de un período electoral que no impide la reelección de Nixon. En la tarea de seguimiento de la información, al principio en solitario y en exclusiva por el Washington Post, intervinieron también otros factores como el denominado garganta profunda, un exagente del FBI, Mark Felt, que se mantuvo en el anonimato durante casi treinta años hasta que enfermó y con 91 años decidió despejar las dudas ante el Vanity Fair; también el tesón informativo de la prensa para conseguir lo inimaginable, algo con lo que no contaba el presidente.
*Publicado en La Revista

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