Un destello de luz atrapa
cada rama del árbol noctámbulo, las inmortaliza con el protagonismo de los
dioses creadores. Detrás de cada hoja, de cada rama palpita la humedad que las
gotas de lluvia esconden. Cada una se aferra a su manera y de cuando en vez se
precipitan al vacío. El claroscuro se presenta misterioso, más por lo que esconde que por lo que
muestra. La noche es como un acertijo de voces que cuando quieren nos seducen
con la melodía salvaje de los sonidos inciertos. El viento se desliza entre las
ramas corroborando aquí lo dicho; nadie quiere ser ajeno de ningún
protagonismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario