30 nov 2019

El tren de cada día



 El último tren es el que todavía no has tomado. Desconoces todo de él, el destino, la compañía, pero sobre todo el día y la hora.
   Desde la ventana veo el tren, así en genérico. Los que transportan mercancías tienen un sonido distinto, como si tras la sonoridad del traqueteo metálico hubiera un traslado rutinario. Al caer la tarde, con las luces de los vagones encendidas, detrás de cada silueta, percibo el calor de una historia con figura humana. Su sonoridad semeja amortiguada por cada relato que trasladan.
   Los trenes son lo más parecido a un reloj: cuando no hay retraso, reconoces traqueteo la hora exacta nada más intuirlos de lejos. Las 13: 09. Como un clavo -pienso- y eso que la línea sigue en obras. Mientras lo veo pasar, imagino el viaje, los sueños, el tiempo; como la propia vida. Y en ese tren por coger. Pues eso.

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