20 oct 2013

La mirada del poeta #Iconos#Toni Catany

Iconos

Imagen: Soñar en Dioses.

Autor: Toni Catany, 1991


Toni Catany

   La fotografía se nutre de silencios, de sensibilidad y estética, aunque el alarde tecnológico presuma de ruidos y apuntale sonoridad en los ecos. Toni Catany Llucmajor, (Mallorca, 1942-Barcelona, 2013) era un ser de una sensibilidad y estética excepcional, a la que supo envolver en una autoría bien reconocible. Fotógrafo también de otro tiempo, su mirada lo delata. Su visión de la luz mediterránea y su apego a unas culturas ricas y vetustas. No sólo su mirada se nutría de antigüedad, también el clasicismo de su estilo, bodegón, retrato y paisaje; y su querencia a las técnicas antiguas, el calotipo, la Polaroid transferida.
Sus naturalezas muertas le abrieron muchas puertas en los setenta; él las nutría de luz y color y las alejaba de la cursilería. Trasladaba a la imagen el decadente proceso de la putrefacción de la naturaleza como un proceso estético más, el sabio deterioro de la vida como un tránsito de melancolía. Abordó el difícil tema del desnudo masculino, “Soñar en Dioses”, su trabajo de inicio de los noventa es una obra de una majestuosidad desbordante, anclado en una atemporalidad a prueba de miradas furtivas. Su estudio del cuerpo humano nos remite a los antiguos estudios de anatomía y a la escultura griega que él tan bien evocaba. Sus fotos plenas de pinceladas pictóricas no incidían en lo anacrónico, ni en miradas relamidas, eran muestras, y lo siguen siendo hoy, de pura modernidad.
  Su transitar de “Obscura Memoria” fue un paseo glorioso por la mediterraneidad que era su propia casa, probablemente su trabajo más ambicioso y querido, y de los mejor conseguidos. Grecia, Egipto, Túnez, Libia, Siria, respiraban en sus fotos como si fuera su casa, su enriquecido y viajado mundo interior emergía primoroso entre vestigios de rica antigüedad cargados de silencios e inquietud amparados en su particular estilo y exquisito dominio de unas técnicas aferradas a lo antiguo.
  Catany ha sido un autor muy celebrado en vida, con infinidad de premios, entre ellos el Nacional de Fotografía de 1991. Es probable que su desaparición retroalimente ciertos ecos y merecidos homenajes como es costumbre. Uno se quedará para siempre con la lección de sensibilidad y sentir poético en una obra detenida que se alimenta del sosiego.

*Publicado en La Revista 20/10/2013

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