Tom Harrell Quintet
Café Latino: 26/05/2013
XVII Festival de Primavera 2013
José Paz
Hay conciertos grandes
y conciertos memorables, el de Tom Harrell el pasado domingo en el Café Latino
quedará para los anales del Festival de Primavera, como un tormento maravilloso
melódico de casi dos horas alrededor de un pedazo de historia de la música de
jazz. A Tom Harrell le persigue su leyenda, sus enfermedades, su “locura” por
la música con la que quiso azotarnos para impedir que durmiéramos con la
conciencia tranquila y las ideas claras. Después de verlo tocar, una cuestión
no deja de intrigarme, ¿cómo se puede tocar así?
Descansa en el tópico que en la música de jazz la
trompeta es el rey de los instrumentos y sus portadores los líderes naturales,
a TomHarrell nadie le discute liderazgos, él es un azote de creatividad en toda
regla, compositor infatigable, uno de los trompetas más técnico y a la par
ponderado que uno recuerda, y todo eso lo trasmite a su banda, una formación de
una pieza, de las que todo es esencia, nada sobra, ni los solos perfectamente
medidos y nunca para entretener al personal. Wayne Escoffery, lleva el peso de
cadainterpretación, sostenida en el elegante piano de Danny Grissett, en el
ritmo enérgico de Johnathan Blake, y un bajo de lo más presencial, puro nervio,
Ugohna Okegwo. Tom Harrell, entra para engrandecer aún más el trabajo de la
propia banda, que sin su presencia ya sería claro objeto de deseo.
Ritmos latinos alocados en el piano de Danny Grissett, en su primera entrega, “Otra”, para acelerarlos hasta la locura en una suerte de precipicio sin final; con Star Eyes, segunda de sus interpretaciones nos acercaba a la más pura esencia de Charlie Parker, uno de los pilares de la música de Farrell, en una de las canciones para lucimiento del saxo tenor de Escoffery, un portento de instrumentista que suena a jazz por todos sus poros y a la que Farrell le llena de notas con su trompeta de mil sabores en el que ninguna nota sobra con un fraseo digno de dioses, en pura locura sin final; con “Agua”, tercera de sus composiciones, nos adentramos por caminos más imprecisos si cabe, con momentos de una sonoridad endiablada, a lo Coltrane de negritud y nervio y otros de puro remanso, en los que al principio y al final y alguna que otra vez se nos recuerda la melodía; “Sound Damage”, una pieza intensa cargada de misterio e improvisación en la que se repiten los esquemas de ejecución con Grissett tocando el piano Fender; la quinta pieza fue un auténtico regalo, un dueto –Debussy– con el piano lleno de delicadas imágenes ; con “Nº5”, una de sus más logradas composiciones, el piano sonaba como si lo tocara el mismísimo Silver, el maestro puso final al concierto. A su regreso Farrell presentó a su banda, dio las gracias y nos regaló un bis, su única concesión a la fiesta; Milestones de Miles Davis. https://www.youtube.com/watch?v=Fq9hSBgMbc8 Con el público entregado y en pie, Harrell y su banda abandonaron el local. Para la historia. |
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