19 may 2013

La Venganza de los monstruos #Iconos #Diane Arbus


Iconos

Foto: Mujer con velo, 5ªAvenida, NYC, 1968.
Autor: Diane Arbus

Diane Arbus


 Diane arbus (Nueva York, 1923 - Nueva York, 1971) quiso ser guía de sus propios pasos, marcar el destino en su mirada, atisbar el horizonte en mundo extraño. Quizás para huir de su particular fortaleza de poder se desata en una exploración más propia de quien desea psicoanalizar los engranajes de la gran manzana. Su lucha fue la elaboración de un ideario personal, un catálogo de seres extraños que se fijaban en su Rolleiflex como a la comida las moscas en época de estío, con una gran diferencia, ella las perseguía implorando para sí un particular subidón de adrenalina, haciéndolos posar cargados de ingenuidad y ausentes de pudor, como si en el fondo lo que mostrasen fuera su particular dosis de agradecimiento.
  El camino de lo siniestro era capaz de emulárselo incluso a los seres privilegiados que como ella carecían de problemas materiales, su búsqueda de lo esperpéntico era fruto de su particular desorden, de su desazón, de una personalidad capaz de alimentar todos aquellos monstruos que encontraba, y que con seguridad eran bastante más felices que ella. Su mirada era limpia, directa, sin cortapisas y con un fabuloso relleno lumínico a golpe de flash que le dio la gloria y libro de estilo de gran predicamento.
  Su vida a lo largo de los años se ha llenado de leyenda, inclusive ha llegado a la pantalla; su actitud transgresora en pro de lo prohibido, su mirada morbosa que tanto excita la atención humana han llenado su biografía de asombro; su aparente lucha contra los límites impuestos le han aportado esa dosis de épica necesaria por el que transita el buen relato: transgresor y alejado de lo obvio. Diane Arbus se hechizaba ante lo esperpéntico (precursora de la sociedad del espectáculo que estaba por llegar),ante la perversión lineal que trenza lo cotidiano, guiándose de manera mayúscula en aquellos submundos carentes de glamour, con el mismo desapego de quien no teme a la muerte, de quien se supera ante la dignidad abyecta de todo fotografiado a quien suponen un monstruo, cuando lo único que intenta éste es resistirse ante la vida, igual que ella. Al menos hasta que su particular desequilibrio se la llevó de la mano; aunque muchos hayan visto en ello una particular venganza de los “monstruos”.

*Publicado en La Revista 19/05/2013

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