Carla Quintela, 27 años, modelo.
José Paz |
Hay fisonomías que definen la personalidad, rasgos que de lejos delatan la marca. Es relativamente fácil encontrar a personas que, sin nexo de unión que los fundamente, incluso sin parecerse demasiado, se den un aire de semejanzas; también hay otras en las que su molde resulta único y singular, entre otras cosas porque la naturaleza les ha dado una marca poderosa e intransferible. La modelo Carla Quintela es una de ellas, sus rasgos “picassianos” –ojos grandes, cara ovalada, nariz angulada– azuzan al viento en una estela de poderío identitario, unos rasgos acentuados que a ciertas personas le aportan un elevado grado de sofisticación y elegancia natural. No es el clásico concepto de belleza, por eso resulta más llamativa. Moldea el espíritu en saberse diferente
Vive de la moda y para la moda, aunque la pasarela en sí, la de los desfiles, sea hoy –prioridades familiares y profesionales– un mero hobby que le hace sentir buenos momentos. A sus 27 años controla con perspectiva el oficio y la parafernalia. Desde su labor de modelo de prueba siente la moda de otra forma, desde que se gesta hasta que sale al mercado, una relación seguro que bien especial. Por eso posa con sentimiento, con la consciencia de que lo que tiene sobre su piel es más que mera indumentaria. La sesión va de todas estas cosas y algunas más.
*Publicado en La Revista 5/05/2013
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