En columna
José Paz |
A Bárcenas lo niegan en el PP con la misma insistencia con la que Zapatero negó una crisis de tsunami, de hecho ya ni lo mentan. Lo niegan pero está, como una apisonadora andante. Quien fuera tesorero, y hasta ayer, 31 de enero, el Ronaldo de la política española ha denunciado al partido por despido improcedente, que tras 31 años de fructífera relación supondrá seguro un importante pico a sumar al debe de los ciudadanos; el PP se financia, como partido político que es, con dinero público.
El extesorero imputado por blanqueo, delito fiscal y cohecho, y quien según Cospedal estaba desvinculado del partido desde 2010 ha gozado de la "desvinculación" más fructífera del mundo, 21.300 euros mensuales incluidos pagos a la Seguridad Social e IRPF. Desde la fecha en la que en teoría estaba fuera del partido hasta finales de enero en la que le hemos visto ejecutar salerosas peinetas o esquiar en los lugares más alejados no ha mediado una miserable denuncia, no por los malabares financieros que según declaró el pasado lunes en la Audiencia Nacional pasaron de 22 millones a 38 en suculentas cuentas suizas, sino por un vulgar absentismo laboral.
La palestra mediática cargada de escándalos ve desfilar día sí y otro también seres circunspectos que claman inocencia cuyos rostros reflejan tensión y estrés, el suyo no. Bárcenas lleva su particular viacrucis con arrogancia y chulería envuelta en un traje inmaculado y un semblante inmutable; un tipo firme y a la par desafiante, sabedor de que esa es su mejor defensa para esquivar el catre entre rejas. Aunque le han retirado el pasaporte, un tipo así sería incapaz de ejecutar una fuga a lo Roldán porque lo suyo es puro arte. Un tipo con mucho ojo que si va a un casino y apuesta al cinco seguro que sale cinco. Así ha hecho fortuna, por eso en el partido le tienen miedo.
*Publicado en el diario La Región 28/02/2013
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