José Paz |
Resulta que al elegido para la primera entrevista al Rey desde el principio de los tiempos, Jesús Hermida, van y le atizan tanto como al monarca y a sus asesores por no elegir para la cacería en formato entrevista un profesional que mordiera de verdad, que no sólo enseñara a cámara los dientes blancos a rabiar, o lanzara perlas como “qué hermosa expresión Majestad” en respuesta a “la generación de la libertad” tal como definió el monarca a la suya. Al personal le hubiera gustado que al monarca le ajustasen las tuercas con fusta de puntas en respuesta a sus desvíos matrimoniales y a sus vicios cinegéticos de bon vivant. Este país pretende de la noche a la mañana que la realeza se transforme en suerte de bufones y nos pidan un perdón eterno por dejarlos en su sitio sin pestañear. La peña está tan bárbara que ya no deja títere con cabeza ni político –vivo o muerto- en su sitio con la Historia, qué país de corruptos y corruptelas, y la basca que ya lo sabía “ya te lo decía yo”, pero es ahora cuando se siembra la discordia. Pretender a estas alturas que Jesús Hermida sea otro que un ilustre de la palabra engominada es los más parecido a pedirle lo de las peras al olmo, o al Rey que se lapide en medio de la plaza que es lo que, en vistas a las reacciones, el personal anda buscando. Evidentemente que la entrevista no será parte de la Historia como advierte al inicio de la misma Somoano, de esos temas rabudos para la monarquía como son el yerno mangui, los amores furtivos y la caza de pasión, nada que decir, a Jesús Hermida es imposible imaginarlo con 75 años incendiando el ambiente de la Zarzuela, ni al rey purgando en la antesala de su onomástica sus pecados al viento cuan participante de cualquier bodrio televisivo. Lo que no comparto es que su entrevista no haya tenido repercusión ni audiencia, vaya si la ha tenido, y la seguirá teniendo. Tiempo al tiempo.
*Publicado en La Región 7/01/2013
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