16 dic 2012

Orgasmos en el Despacho Oval #Iconos


Iconos
Imagen: Bill Clinton y Monica lewinsky, 1997


Uno lee el informe Starr, el del famoso fiscal Kenneth Starr, el mismo que le fue entregado al Congreso de los Estados Unidos el 9 de noviembre de 1998 donde pedía la destitución del presidente Bill Clinton y le entra la duda si sonrojarse o ponerse cachondo. Leía el otro día que la ilustre señorita, que ahora además de tiesa anda descorazonada por toda la tierra que ha tenido que poner de por medio desde su affaire presidencial, ha recibido la tentación de una editorial de contar con pelos y detalles los caprichos sexuales del pelirrojo expresidente, después de releer el relato del fiscal uno se pregunta si los cuentos de Canterbury tienen tantos argumentos para el frenesí de los amoríos de alcoba como los allí contados.
El informe Starr fue la parte visible y palpable de un escándalo destapado y difundido en la red, año 1998, en un momento en que los medios andaban aviesos por atrapar audiencias. El gato al agua se lo llevó un medio insignificante, The Drudge Report, quien sin contrastar -18 de enero de 1998-se lanzó a la piscina y publicó un correo anónimo que había recibido. Otros medios como el semanario Newsweek, que también tenían informes del asunto de la becaria dudaron y no se atrevieron en un primer momento a publicarlos para no dañar la imagen del presidente. Tras un posterior desmentido por un ex portavoz de Clinton, George Stephnopoulos, los medios se lanzaron a degüello y ya no hubo manera de pararlo. El momento culmen tuvo lugar el 11 de septiembre de ese año, dos días después de su presentación en el Congreso, cuando los parlamentarios decidieron la publicación de las 455 páginas del mismo, en distintos canales, medios, webs, buscadores, para no colapsar el del Congreso. El hecho ha marcado un punto relevante en la historia de internet.
En el informe descubrimos a un presidente que aliviaba sus picores con la becaria, de pie, “en un recibidor sin ventanas que daba a su estudio y apoyado en la puerta del cuarto de baño para no incrementar sus dolores de espalda”. Las felaciones que requería a la ilustre Mónica no llegaron a culminarse, salvo en dos ocasiones, por una pura “cuestión de confianza”, incluso la famosa del vestido Gap, cuyo estudio de ADN desveló que los flujos en él hallados eran de un Clinton impetuoso y descuidado. En dos ocasiones también él llevó a la chica al orgasmo, “después de acariciar y besar su pechos desnudos y tocar los genitales a través de la ropa interior”, como ven no es fruto de mi mente aviesa y calenturienta, son extractos del Informe Starr, que marcan la guinda con uno de aquellos flamantes puros que fumaba el ilustre Clinton y al que también buscó otros usos. De verdad señora Lewinsky, ¿cree que hace falta otro libro para volver a contarlo?
*Publicado en La Revista 16/12/2012

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