En Columna
En el territorio de
las realidades imprecisas donde impera el
descrédito y la náusea por el descoloque gubernamental, resulta que
el día que corroboran la mortaja sobre el empleo, el peor noviembre
de la historia, a este paso no va a haber estadística que valga, va
el ministro Wert e insiste una vez más en que la percepción de la
plebe debe andar errática, que lo del paro no puede ser esa gran
preocupación patria como adelanta el CIS; el mejor destino humano,
emulando a Don Quijote, es el del sueño y la vigilia. Por ello lo
“sensato” ahora es inventarse otra preocupación, que la que de
verdad debiera conmover a los españoles tendría que ser la
enseñanza, y sobre cuya mejora –anunciada tantas veces- apunta en
esta ocasión el ministro hacia un juego de equilibrios somáticos
entre el castellano y las otras lenguas nacionales. En esas andamos.
Está claro que a Wert –con razón o sin ella- no le falta arrojo
para litigar con quien fuere, ¿atinado? No hay como azuzar a tiempo
la hoguera “catalana” y a ver si, con ayuda de la tramontana,
provocamos un buen incendio.
A falta de nuevas
promesas que nos apuntalen a la política –también corroborado por
el CIS- como el mejor destino de los charlatanes, no confundir con
aquellos otros charlatanes de feria que vendían crecepelos y
ungüentos sanadores que al menos albergaban la esperanza,
apuntémonos al litigio eterno y a la bronca marrullera para desviar
la atención sobre tantos sinsabores y enardecer a los “nuestros”,
los más escorados, apostando por la religión como alternativa y la
ayuda a los colegios concertados. Mientras una niña, la de uno,
quince días sin profe de francés - Otero Pedrayo- y del sustituto
ni se sabe. ¿Realmente, alguien sabe cómo mejorar esta educación?
José Paz |
*Publicado en el diario La Región 6/12/2012
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