11 nov 2012

Los amantes de Abraham Lincoln #Iconos


ICONOS

Imagen: Abraham Lincoln
Autor: Alexander Gardner, 1865

     
                                            Alexander Gardner

    De la muerte del decimosexto presidente de los Estados Unidos, el republicano Abraham Lincoln, de semblante inconfundible por la ausencia de bigote en una barba bien criada, no hay ninguna duda. Quien presidiera el cruento período de la Guerra de Secesión  tuvo una muerte teatral –en el Teatro Ford- a manos de un secesionista convencido y actor, John Wilkes Booth, en un único disparo con una Deringer sobre su nuca. Eran las nueve de la noche cuando el presidente de la mano de su esposa Mary Todd Lincoln, con la que tuvo cuatro hijos, se incorporaron con retraso a un palco donde les esperaba el mayor Henry Rathbone y su novia Clara Harris, el espectáculo, donde se representaba “Our American Cousin”, de Tom Taylor, se detuvo durante unos instantes para ovacionar su llegada. Booth, el asesino, conocía los accesos al teatro y como actor, también el desarrollo de la obra, por eso aguardó a la segunda escena del primer acto donde surgía una de esas interpretaciones francas y populares que desataban las risas del respetable; el estruendo del público enmudeció el sonido de la bala. La fuga del magnicida quien al saltar desde el palco se enredó en una bandera con la espuela lo dejó colgando bocabajo sobre el escenario, acción que no desentonaba en principio con el espectáculo; consumó la fuga montado en un caballo que  tenía a las puertas del teatro.
   Los azares del la muerte de Lincoln son historia, y no dejan dudas ni misterio, algo que no ocurre con su azarosa vida sentimental. Sus biógrafos apuntan entresijos misteriosos, affaires sentimentales más allá de su querida esposa y otras damas de “ficción” en un momento en el que la homosexualidad no se contemplaba como tal. Hay quienes quisieron ver en sus supuestos aterrizajes de alcoba una escasez de camas, algo habitual en el XIX, incluso para un presidente. El caso es que, según a qué historiador se consulte aporta amplia visión del juego. Ya en 1926, Carl Sandburg, en su biografía “The Prairie Years” aludía a una relación con Joshua Speed, de quien se despedía en sus misivas con un afectivo “tuyo para siempre”, de tener “una vena de lavanda” o de “debilidad de violetas de mayo”, que en esa época era como apuntalar el carácter afeminado del presidente. Pero fue el activista gay y psicólogo Clarence Arthur Trip quien, después de un arduo trabajo, desmenuzó todas esas relaciones desde la juventud hasta la época de la presidencia. Desde Billy Greene, para quien, en referencia al presidente,  “sus muslos eran tan perfectos como puedan ser los de un humano”; pasando por Speed, el más intimo; el capitán David Derickson, con quien, según Trip, compartía lecho en las frecuentes ausencias de su esposa. En fin, que los republicanos también guardan otros enigmas por desvelar. 

*Publicado en La Revista 11/11/2012

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