Iconos
Imagen: Yves Klein, 1960
Foto: Harry Shunk
Yves Klein, 1960 |
Se dice que en el vacío los cuerpos flotan, seguro que sí. Yves Klein (1928-1962) fue un tipo impetuoso, un echado para adelante al que el lienzo se le quedó estrecho. Se rodeó de amigos como él, Armand, escultor, el inventor de las acumulaciones, o Claude Pascal, poeta, que experimentó con lo imposible; lo más megalómano de cada casa. Entre ellos un día "se repartieron el mundo", a Armand le correspondió la tierra y la llenó de objetos, Claude como poeta se hizo cargo de las palabras, e Yves apostó por el vacío libre de materia. “Firmé al otro lado del cielo”, afirmó una tarde de verano después de mirar al azul celeste y desplegar su imaginación más allá de lo previsible. Sus famosos monocromos se inspiraron en todo ello. Marchó a Japón, donde entrenó cuerpo -judo- e espíritu , paso que le ayudó a caminar hacia la inmaterialidad que tanto deseaba. Pronto se convirtió en un hombre orquesta que apostaba por una única sinfonía de tono vibrante y silencio prolongado.
En 1960, quiso que su colaborador Harry Shunk lo fotografiara lanzándose al vacío de una calle de las afueras de París, el gesto era real, la acción evidentemente no, un fotomontaje en toda regla que adquiría aires de verosimilitud por el personaje, dada su afición al judo y a sus teorías del vacío. Consumó su gran deseo, representar la acción de un hombre volando en el espacio, simulacro en toda regla. El espacio vacío y lleno de sensibilidad, su gran anhelo, quedaron representados y su acción sería mentada por los artistas conceptuales que vendrían más tarde. De hecho toda su obra, desde las ampometrías, pinturas con cuerpos desnudos, sus pinturas monocromáticas, o la acción del salto al vacío, fue motivo de inspiración para performers, artistas de body art, del happening y del arte conceptual en general.
Su intención en la imagen del hombre volando en el espacio era el de impresionar a la audiencia, de generar la duda de si lo que estaba dando a entender era creíble o no. El 27 de noviembre de 1960, dentro de un periódico impreso con un monográfico dedicado al “Teatro del vacío”, incluyó la acción en la portada de una publicación que apuntaba ideas para el teatro, como una información más y se distribuyeron y vendieron por los quioscos de París.
Su gesto ha quedado grabado en la retina de varias generaciones, y Klein, un artista imprescindible.
Yves Klein |
*Publicado en La Revista 14/10/2012
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