Tengo un amigo a quien el pesimismo le persigue desde la cuna, tanto que su proceder no deja de resultar un tanto cómico. Al margen de tener la virtud de encontrar siempre la arista menos simpática de cada situación, es también un portento en el invento de dichos o palabros con los que incidir de forma lapidaria sobre cualquier situación de actualidad, inclanando para sí de su particular visión enfermiza. Nunca he comprendido el porqué de tamaño esfuerzo para ver el lado menos gratificante de cada ocasión, más cuando nunca, que yo sepa, le ha acompañado ninguna circunstancia que justifique un visión tan desarbolada del mundo. Hace tiempo que no coincidimos, entre otras razones porque me lo tengo literalmente prohibido. Hoy sin quererlo, una expresión de las que él utiliza habitualmente se ha instalado en mi pensamiento: canino. La palabra se las trae, pero se entiende...
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