Remata el año y parece obligado mirar hacia atrás, pero no. La
memoria de un servidor da un gran
salto y pasa de un plumazo esos trescientos sesenta y cinco días, y mil cuatrocientos, y muchos
más, ¿por qué? La memoria es caprichosa y siempre guarda para sí aquellos
instantes pretendidamente interesantes, o a los que el tiempo le da un barniz
especial. Al tiempo la memoria lo carga de subjetividad y a la vida pasada le
añade una dosis de épica necesaria cuando seguro que no fue para tanto pero ya
se sabe, gustamos de la fantasía. Además cada cual instala la épica particular donde le da la gana, ¿o no? Salud.
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