El rey cena con el pavo

Seguro que al rey don Juan Carlos esta noche el pavo le va a resultar tan seco que ni la rica guarnición que lo acompaña ni la mejor añada de su bodega conseguirá minimizar el efecto. Consciente desde hace mucho que al discurso de hoy le van a instalar más bolas que a cualquier árbol de navidad en plaza pública que se precie, y que a buen seguro ha de generar hasta réplicas en clave de humor más allá de las del Jueves. Anuncie lo que anuncie, por mucho que alegue a la unión, al orgullo patrio y al esfuerzo colectivo para superar la crisis, las miradas de los telespectadores atenderán más a los marcos que a la imagen, en ver si se cuela algún fantasma por la puerta, un fantasma de esos de cera que paulatinamente hemos visto separar del grupo como si fuesen apestados. Es que la casa real se está llenando de ángeles caídos, donde antes reinaba el hermetismo ahora prima el descontrol. La desazón desatada alrededor de Urdangarín ha pasado de la incredulidad al espanto, y el personal patrio anda ya demasiado desorientado y agotado de esta deriva financiero política insoportable de la que cada dos días  anuncian el fin del mundo como para soportar al ex -balonmanista advenedizo a la realeza, al que según lo publicado le faltó tiempo para hacer negocios con el diablo con tal de aprovecharse de causa adscrita a algún ser desprotegido. Esta noche el rey dará el discurso y se irá a cenar, solo, en la intimidad alejado de su prole a la que sólo le falta una sonada más para perder los favores de un país que no merece tanto piernas.