Foto: Bernard Shaw, “El pensador".
Autor: Alvin Langdon Coburn, 1906.
Alvin Langdon |
El pictorialismo fotográfico nace deudor de las premisas de la pintura pero no tarda en adquirir una visión independiente. Nombres como Alvin Langdon Coburn (Boston, 1882; Gales, 1966) tuvieron mucho que ver. Muchos lo sentían como un ser extravagante, un místico, por su actitud y porque en una etapa se refugió en la vida contemplativa, en la mirada cósmica, cuando no en el retiro espiritual. También un hombre de su tiempo, aferrado a una cámara desde los ocho años, que quiso experimentar con el medio y no dejarse llevar por la mirada monumental, la visión modernista anclada en la evolución de la ciudad, orientada hacia los procesos industriales que lo ligaba a sus colegas. Aunque nacido en Boston, donde Fred Holland Day, su primo, lo inició en el medio, entre técnicas como la goma bicromatada o las platinotipias que le permitían transitar entre visiones nebulosas aún en días claros, y ligado al grupo “Photo-Secession“ de Alfred Stieglitz, Edward Steichen, Gertrude Kasebier, Clarence H. White y una publicación referente como Camera Work, con predicamento artístico mundial, gran parte de la vida artística y vital de Langdon se hizo en Europa, en Londres y Gales, cuya ciudadanía adquiriría y más tarde la ciudad donde moriría. Muchas de sus premisas artísticas tomarían cuerpo en “Camera Work”, revista muy experimental y con la premisa de la mirada subjetivizada por bandera; la visión interior, la mirada psicológica a la hora de afrontar un retrato siempre debían de estar presentes. De la mano del grupo se dejó caer por Londres, 1900, con una exposición que se presentaba a sí misma como “The New School of American Photography”, con gran repercusión.
Se traslada a Londres, operación que repetiría varias veces, durante la I Guerra MUndial regresaría a su país. En Londres hace migas con la vanguardia artística, junto al movimiento vorticista, precisamente este hecho le provoca un giro en su visión fotográfica, la nebulosa muda de piel y el futurismo coge cuerpo alrededor de las máquinas y las arquitecturas con las que experimenta. Tres espejos y un diseño parecido a un caleidoscopio se convirtieron desde entonces en apéndices de sus lentes. La visión conjunta de sus imágenes hoy siguen igual de espectaculares.
*Publicado en La Revista 26/12/2014
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