8 sept 2014

La última vez #Juantxu Rodríguez#Iconos#Panamá

Iconos

Imagen: Juantxu Rodríguez, Panamá.
Autoría: RTVE, 1999.



Era 21 de diciembre de 1989, en Panamá. Con la imagen en la retina, así, fría y seca. La misma que recorrió muchas redacciones, una imagen mala, precaria, capturada en la distancia. Era él, recogido sobre sí mismo en el medio de la calle, abrazado a su cámara.
El ejército norteamericano había invadido Panamá. Al general Noriega, en paradero desconocido, lo acusaban de narcotraficante, en su lugar, Guillermo Endara, acababa de firmar la presidencia en una de las bases del canal. En vísperas de la navidad, las noticias de la invasión de Panamá, ocupaban su espacio en las secciones de internacional, sin más; la que estaba por llegar nos enmudecería.
De Noriega uno recuerda su aspecto, de pelo grasiento y rostro granuloso y enrojecido, y sus declaraciones rimbombantes, como tantos caudillos aferrados al poder. Maruja Torres, la compañera del malogrado Juantxu Rodríguez, en una recreación de los hechos veinte años después, describiría el calor pegajoso y las ondulantes crestas de las palmeras bordeando el oceáno, como apuntalando el marco. Ella y Juantxu, estaban de paso, camino de un nuevo reportaje que recogería la labor de los jesuitas españoles en América Latina. Hacía un mes que habían asesinado a ocho religiosos españoles en la Universidad Centroamericana de la congregación con el rector Ignacio Ellacuría al frente. Se puede señalar que el servicio profesional en Panamá se presentaba sobrevenido. Con las primeras luces del día abandonaron el Marriot, el hotel propiedad de los americanos, con la disposición de recorrer la ciudad, y así fue. Los afines a Noriega estaban tomando rehenes en el hotel, a su regreso, los anfitriones serían las tropas norteamericanas y las calles un contínuo ir y venir de tanquetas. Los norteamericanos –apunta Maruja Torres- eran incapaces de distinguir a los suyos de los panameños, eran ellos quienes les habían dotado de indumentaria. Apostados frente al hotel junto al grupo de periodistas, la torreta de la que salía fuego de tiro y que se había llevado confundida por la vestimenta algunos de sus compatriotas, giró 45º y enfocó con fuego real a los periodistas. Todos corrieron a guarecerse junto al automóvil, Juantxu no, el siguió con su cámara disparando, era la última vez.

*Publicado en La Revista 7/09/2014

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