22 dic 2013

16.416PMM#Iconos#Carrero Blanco

Iconos

Foto: Imagen del Dodge 3700 tras el atentado el 20 de diciembre de 1973.


   Nadie duda de que de la factoría Chrysler en Villaverde salieran a principios de los 70 los mejores coches, “El mejor coche de España”, rezaba la publicidad referida a su modelo más lujoso, el Dodge, y con el que el ourensano Eduardo Barreiros tenía la esperanza de salvar la fábrica; no fue así.
     De aquella factoría milagro había salido el Dodge 3700 negro brillante 16.416 PMM, homónimo a otros en los que habitualmente se movilizaban los ministros del régimen de Franco.
  El 16.416 PMM no era un coche blindado pero sus casi dos toneladas -1800 kg- lo afianzaban sobre el asfalto y puede que a su usuario, un militar, hijo y nieto de militares -de abuelo también  ourensano-, Luis Carrero Blanco, se lo pareciera. Carrero se había ganado la confianza de Franco, y de una parte del régimen, convirtiéndose en el presidente del gobierno y a todas luces en el candidato previsible en cuanto a la sucesión, situación que provocaba reacciones encontradas en no pocos sectores, también en los norteamericanos, a quienes les había negado, en un gesto inaudito hasta la fecha, la posibilidad del uso de las bases militares durante la guerra de Yom Kipur, de octubre de 1973. Los americanos veían en su figura, un ser trasnochado de ideales rancios, aunque fuera él uno de los militares que se posicionó en pro de la neutralidad española en la Segunda Guerra Mundial.
     Para ser militar experimentado erró en una regla básica, la de velar por la propia seguridad personal; aquel 20 de diciembre, como era habitual en él, acudía a la misa diaria en la iglesia Francisco de Barja, acompañado por su chófer, José Luis Pérez, y un inspector de policía, Antonio Bueno; muchas veces les acompañaba también su propia hija. Una mañana fría, que a las 9.36 AM, al paso por el número 104 de la calle Claudio Coello se volvió repentinamente plomiza, lanzándolo todo por los aires. La explosión arrojó el Dodge 16.416 PMM sobre una azotea contigua a la iglesia donde el militar acababa de comulgar. Fallecieron los tres.
     Un año tardaron los integrantes del comando Txikia de ETA, que habían alquilado un sótano, en trazar una zanja subterránea hasta el medio de la calzada. La explosión detonó no pocas dudas.

*Publicado en La Revista 22/12/2013

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