7 jul 2013

"Busque, compare"#Iconos

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Imagen: Manuel Luque, 1985




Manuel Luque

Hay batallas que no restan en los libros de historia y no son batallas menores, las batallas del día a día, las que nos atañen a todos en la lucha por la supervivencia. Todos recordamos a este ejecutivo de empresa, director general de una de aquellas que en pleno aperturismo al mercado exterior hacía aguas sobre la competencia armada en multinacionales de los productos de limpieza. La empresa se llamaba Camp, y comercializaba jabones de marcas muy conocidas al final del franquismo, Colon y Elena; los competidores, Henkel, Lever y Procter & Gamble. Se llamaba Manuel Luque, era de origen canario y gastaba un aire a medio camino de profesor de instituto y ejecutivo de cuentas salido de alguna casposa película del momento.
Las cuentas de la empresa, entonces familiar, dicen que iban de mal en peor acumulando una descomunal deuda de más de 66,6 millones de euros en una plantilla de mil trabajadores hasta que llegó el personaje que reestructuró la compañía, convertido en administrador único tras ceder en él plenos poderes la familia propietaria. Manuel Luque “reestructuró la empresa y la profesionalizó” al máximo en un puñado de años, y no contento con la hazaña, se encorsetó en el papel de hombre anuncio y salió a escena para contarlo en pequeñas píldoras publicitarias, rancias y pelín anacrónicas, que resultaron de lo más práctico. Lo que al principio semejaba un arrojo fuera de lugar, en breve, al ver los resultados y el remonte económico de la compañía a la que los competidores habían sentenciado y negado el pan y la sal, aquel sonoro “busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”, desafiando con suma transparencia al cliente monocanal del momento, pasó a ser un sonado grito de guerra y objeto de estudio en facultades de publicidad y en masters empresa para ejecutivos.
¿Osadía? ¿Ingenuidad? ¿Suerte? La evidencia,en puro pragmatismo, es que la empresa se convirtió en un fenómeno extraño de remonte económico cuando estaba abocada al colapso y cuentan en la propia empresa que a los pocos años  les permitió emitir deuda por valor de 36 millones de euros. En 1989, cuatro años después de la gesta, la empresa que no valía nada, fue vendida al grupo alemán Benckinser por 216,4 millones de euros. Manuel Luque no recuperaría la gesta, incluso se dice que no acabó bien con los propietarios, pero su hito queda para el relato.

*Publicado en La Revista 6/07/2013

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