2 may 2013

Por Venir

En Columna

José Paz



Uno lo ve venir y piensa, se ha vuelto loco. En su afán por cuadrar cuentas, Mariano ha elevado un poco más el listón de la vida y la esperanza. Va decidido, con cargo a una credibilidad inexistente, a estirar los brazos y subir la pértiga de la vida. Que una década no es nada, no os dejéis engañar.
Mientras los más “próximos” se hacen el harakiri a fuerza de incompetencia y no hacer nada, el presi se apunta a alargar la mano y decirlo al viento sin sonrojarse; nadie espera a estas alturas, ni los suyos, una decisión de mayor calado que la conocida dosis de sufrimiento y flagelo. Alarga la mano para “dar credibilidad a los mercados”, que no a los ciudadanos, y se siente el estratega del momento. Todos le dicen que su política es errática, en “idiomas” diferentes, cada uno con sus motivaciones de fondo. Los grandes empresarios le piden que favorezca el crecimiento y que deje de ver “a sus empresas como salvadoras del déficit público”, como espetó el otro día el presidente Entrecanales, el de Acciona; los sindicatos, que ya no lo soportan más. Ningún país sensato se puede permitir perder casi un 20% de su tejido productivo, o que un 27% del personal esté ya de brazos caídos; él a lo suyo, a mirar a la próxima década, a olvidarse de paso, porque le dan en la chepa, de las reformas de la Administración y de las instituciones. Y pide “paciencia”. Más que paciencia, alguno pensará en un milagro. 
Él alza los brazos para anunciarnos que ya supera en pesimismo al agorero de Niño Becerra, que ya es decir. Uno no puede dejar de pensar en futuras medidas flagelo que vendrán; ni -un primero de mayo- en ese ejército de jóvenes –cuatro millones entre 16 y 24 años, sólo un 18% de ellos con trabajo– que se acercan a la vida laboral desde la desesperanza y el negativismo irrespirable. Alzar los brazos como lo hace Rajoy significa arrojarlos al limbo de la vida y la esperanza. Cuadrar las cuentas públicas sobre esta base significará una vez más prescindir de los más válidos, de aquellos que han tenido mayores posibilidades formativas. Se quedarán los otros, y los que cada año se incorporen al cóctel explosivo. Y él a lo suyo, paciencia.

*Publicado en el diario La Región 2/05/2012

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