En Columna
José Paz |
A
golpe de almanaque sorteamos el día oficioso señalado para las
inocentadas y nos quedamos tan panchos, entre otras porque de nuevas
sorprendentes –y no me refiero al bosón de Higgs- andamos bien
servidos en el año cero de las ya permanentes. Partiendo
desde las cajas, que ya nos son cajas ni bancos ni nada, a la
Pokemon, que seguro no es un juego de niños. En lo segundo se
pronunciará la justicia, de lo otro no responde ni Dios, ni siquiera
a la gallega. Qué guasa más fea. Para inocentada la del rescate,
que no llega pero pende sobre nuestra testa cuan Felix Baumgartner de
la vida con la amarga condicional en la mano; los desahucios, que
alejan a la peña del bajocubierto; la deuda, que genera más
intereses deudores; de la Constitución, que ni nos une y menos se
cumple; de la Cataluña apresurada y herida que lanza cortina de
humo; la de la promesa del empleo de otros tiempos, digamos que andan
en ello; de la justicia, sanidad y educación se ruega consultar
hemerotecas. Año menguante para los españoles en todo, me imagino
que en breve la talla del personal retornará al sitio que
corresponde merced al PIB, serrándonos las camas y los ataúdes para
achicar todo ese espacio sobrante y privilegiado que no nos
corresponde. Con ataúdes a la gallega, para una comunidad gallego
menguante en lo uno y en lo otro..
La crisis nos
librará del estado de bienestar como eufemismo reduciéndolo a la
mínima expresión o evocará a su antónimo, privatizando lo
privatizable, todo no, las partes susceptibles de revertir en caja.
Quizás en esta realidad de gestión de las apariencias, en el que
nada es lo que parece, no vivamos ninguna inocentada más. (subida
luz, transporte, teléfono).
*Publicado en el periódico La Región 29/12/2012
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