22 nov 2012

¡Y que viva Rusia!

En Columna

José Paz


Ser ciudadano del mundo quizá no pase de ser una quimera, la de aquel que huye de patria y desea visionar el cosmos. La ciudadanía es una fatiga mental eterna para aquellos que no disponen de ella y la realidad se les vuelve mueca al tratar de navegar más allá del estrecho maldito. Europa, España ya no es el dorado aunque todo depende con qué o quién hagas comparanza. Desde la época de los fenicios y los cartagineses la vieja piel de toro siempre ha sido un crisol de culturas aunque fuera a base de palos, conquistas incluso Reconquista para largar las ansias invasoras. Un toma y daca que remató en fracaso y en ruina por sufragar el fervor expansionista allá por el reinado de Felipe II; los borbones llegarían más tarde. Ahora los tiempos se marcan de otra forma. Zapatero el despilfarrador, tal vez guiado por el deseo de poner en práctica su recién estrenada Educación para la Ciudadanía, sufragó el anhelo patriótico a cerca de un millón de ciudadanos del mundo que vagaban en suelo ajeno; craso error aquel de apabullar con mano de obra errante el flujo de ladrillos y paleta al viento en lo que se había mudado el antiguo imperio. Tiempos de la burbuja de la casa vacía, del boom como onomatopeya de un destino que habría de crujirnos vivos. Tiempos de mudanza para los bancos, que pasaron de mezquinos a trileros hasta volverse malos de la muerte, y para los desahucios, antesala de la nada y la plegaria. Hay quien ve en la crisis la solución a todos los males. La crisis del sistema capitalista es enarbolada ahora con ansia por chinos y rusos –aún con carnet del partido comunista en el bolsillo- carentes del cariño democrático de esas dos moles. Ser ciudadano español tiene ahora nuevos horizontes. Por 160 000 euros patrióticos además del tradicional sol y playa se garantiza residencia en país amable y un sistema que promete no mirar, o simplemente mirar para otro lado.

*Publicado en La Región 22/11/2012

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