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Imagen: Bettie Page
Autor: Irving Klaw
Irving Klaw |
No fue sólo belleza,
además irradiaba erotismo por todos sus poros. Cada vez que Bettie Page (Nashville,
Tennessee, 1923 - Los Ángeles, 2008) cimbreaba sus caderas ante la cámara era
como si el tiempo se detuviera, sus gloriosas curvas que avanzaban sensuales
como las olas del mar, recatada y atrevida a partes iguales; el hipnotismo de
sus ojos grandiosos y su mirada felina se apoderaban de todo.
Es difícil imaginar cómo
una joven provinciana y religiosa pudo llegar a convertirse en la reina de las
pin-ups, en un momento en el que lo pretecnológico se imponía a cualquier otra sofisticación
de atrezo o vestuario. Su reinado fue más longevo que el de la mayoría de las
pin-ups, que desaparecían tras la temporada. Además Bettie, modelo y estudiante
de teatro, buscó también un acomodo que no encontró en la industria del cine, entre
otros motivos porque los productores buscaban algo más que su talento.
En los cincuenta su
imagen fue utilizada en todo tipo de publicaciones, básicamente revistas
masculinas y postales “bondage”, el arte japonés de las ataduras eróticas, realizadas
en su mayoría para clientes específicos. Miles y miles de imágenes con un
destino variado decoraron los hogares y armarios de infinidad de
norteamericanos. El icono de Bettie Page que ha ido medrando con los años,
argumento que ella no supo o no pudo aprovecharse en vida, pasándolo mal –en
los setenta le diagnosticaron esquizofrenia-, viviendo en la precariedad, y todo
ello a pesar de los revivals surgidos a partir de los años ochenta. Dos
fotógrafos cincelaron su imagen eterna, Irving Klaw fue quien proyecto la opción
más fetichista con fotos y películas de ambiente sado y ataduras, antesala de
lo que estaba por llegar a la industria del porno, pero que en aquellos
momentos resultaban casi virginales, ni un mínimo desnudo –cuando ella acostumbraba
a hacerlo-; una opinión no compartida por las autoridades, la muerte de un
joven por tras una sesión de bondage casero inspirado en la artista provocó la
intervención del Senado norteamericano quien citó a todos los implicados bajo
la acusación de pornografía y una supuesta conexión con la delincuencia
juvenil. La modelo no llegó a declarar pero abandonó la vida pública y el negocio
de Klaw se fue al traste. Las fotos de Bunny Yeager, de un corte mucho más
sensual y erótico consiguieron para Bettie algunas de las sesiones más
celebradas entre las que destaca una de la chica desnuda y arrodillada con un
gorro de Santa Claus al pie del árbol que fue portada de Playboy y que le abrió
las puertas de la casa.
Bettie, que ha inspirado
a muchas generaciones de artistas –Madonna, Dita Von Teese…- abandonó la vida
pública en 1957, se casó tres veces y se refugió en la religión sin arrepentirse
de nada, faltaría más.
*Publicado en La Revista 18/11/2012
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