29 jul 2012

Qué grande esa mini #ICONOS


Iconos: 
Imagen: Veruschka, 1967
Autor: Richard Avedon


Veruschka, 1967. Richard Avedon.


Un tijeretazo bien dado también puede ser arte, la pintura de Lucio Fontana lo era, cincelada ésta a base de puñaladas traperas sobre el lienzo, precisas como las de un cirujano preciso, que si no resultan hermosas deben ser prácticas. De los otros tijeretazos, mejor no hablar. Uno de los iconos más sugerentes de la modernidad es la minifalda, a la que dedicaron sus melodías ilustres patrios como Manolo Escobar. Dicen que Mary Quant inspiró su creación en unas tijeras y unas hermosas piernas de mujer que por cuestiones prácticas recortó su falda para ejercitar cómodamente la limpieza la casa, cierta o no, puede resultar verosímil tamaña procedencia. Lo cierto es que en 1962 presentó la primera colección de minifaldas con amplia repercusión, entre otras cuestiones por el seguimiento de la revista Vogue. Celebrities del momento, Brigitte Bardot, Nancy Sinatra y muchas más hicieron un seguimiento inmediato e entusiasta. En 1965 llevó la mini revolución hasta Nueva York, Broadway, donde se dice que se paralizó el tráfico, no era para menos. El mundo necesitaba luminosidad y emoción y la británica se las estaba dando.
Cincuenta años después esta creación liberó a la mujer, que la hizo presumir de cuerpo y apuntalar la seducción como argumento más allá del vestir, la prenda sigue más viva que nunca. Quince centímetros por encima de la rodilla que enloquecieron al mundo como hicieron famosa a la británica, en 1966 fue agasajada con la Orden del Imperio Británico. Twiggy fue la primera top model que la incorporó y popularizó. También es cierto que una prenda tan potente para resaltar el físico siempre le acompañó la polémica, con razón o sin ella, que una cosa es que la minifalda pueda ser una vestimenta para presentarse y estar sexy es obvio, pero no siempre procede su uso, también importa el decoro y el entorno, que no es lo mismo presentarse en una fiesta luciendo piernas que lucirlas en el trabajo, que se lo pregunten a quienes periódicamente han encontrado argumentos para  restringir su uso, con razón o sin ella, entre otras cuestiones porque la veían encaminada a destinos inadecuados, como una que decía que apuntaba a los embarazos no deseados. Un matiz,  no hay miradas que alimentan la perversión, sino pervertidos que miran. ¡Arriba la minifalda!

*Publicado en La Revista 29/07/2012

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