20 abr 2012

Un papel para no olvidar #Iconos


ICONOS

               

              Menudo papel
 

      Estaréis conmigo en que el papel higiénico, después de la rueda, ha sido uno de los inventos más gloriosos. Lo imaginamos sedoso, en doble capa y hasta perfumado, pero no siempre su aspecto y tacto ha sido tal como hoy lo conocemos, ni siquiera se parece en el corte.
 Como muchos otros el invento fue ideado por los chinos, aunque es de justicia señalar que todas las civilizaciones improvisaron lo suyo en el arte de limpiar el trasero. En la historia de este país, que durante el franquismo su I+D patrio llegaba hasta donde podía, en los asuntos de la higiene íntima daba lo mismo utilizar el siempre sufrido y recurrente papel prensa que el mítico papel El elefante, un señor papel, brillante y liso por una de sus caras, áspero y corrosivo como cualquier lija carpintero por la otra.
    Una reliquia amarronada, siempre objeto de mofa al que se le echa de menos por lo que suponía de compañía en los estantes de los baños, no apilado como ahora, que la cosa andaba más bien tasada y las compras se hacían de una en una en la tienda del barrio o en la droguería de la esquina, lugar donde la imagen del animal impreso reinaba entre las lejías Conejo, otro fantasioso animal, y algunos desinfectantes. Hubo, al papel, quien le descubrió posibilidades caligráficas, imagino que por su consistencia y porque el hecho de ir enrrollado evocaba a los papiros egipcios. Dicen que el Lute escribió en él sus memorias mientras permanecía interno en la cárcel, y es que la imaginación siempre da para superar cualquier traba.
    El Elefante ilustrado de la portada -sumergido en un luminoso papel de celofán amarillo- fue creado por Manuel Marcos, un delineante que trabajaba en la CAMPSA, el viejo monopolio estatal de petróleos cuya nomenclatura rancia nos hacían memorizar y canturrear en la escuela. El papel "Made in Spain" por excelencia fue creado en 1969 por la extinta Papelera Española -Después Sancel-, con varios puntos de fabricación y comercializadores, entre ellos una empresa navarra -también existía otra en Rentería- ONENA,  empresa que inútilmente trató, con la llegada al mercado patrio de competidores más avezados, de mejorar el lote, y ante la imposibilidad de hacerlo derivó hacia otras artes. Hoy el papel del Elefante es un objeto de coleccionistas y se llega a pedir por él 30 euros en ese mercado secundario que es la red.


  Imagen:  Papel El Elefante, 1969.
  Autor: Manuel Marcos
  Empresa: La Papelera Española. 

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