2 mar 2014

Devorado por las llamas #Iconos#Pink Floyd

Iconos

Imagen: Whish you werw here, Pink Floyd.
Autor: Hignosis, 1975.

Hignosis, 1975

 Un apretón de manos entre caballeros lo dice todo, es una rúbrica, la tinta es seca pero deja un reguero visible como rastro. Sería imposible precisar el número de registros, de sellos simbólicos que se consuman así cada día. Los hay, seguro, cargados de sinceridad, también falsos a rabiar. A uno le enseñaron que la palabra iba a misa y un apretón lo era todo, felices los tiempos.
Darse la mano en público lo dice todo, por ello cuando se quiere visibilizar el gesto se apela a la imagen para que quede constancia de ello. Las grandes operaciones se simbolizan en un apretón de manos hecho imagen, algunos en eso se vuelven sentimentales, Jan Kaum, por ejemplo, eligió para el suyo, con Mark Zuckerberg, el lugar donde subsistió un tiempo a base de cupones de descuento; allí selló la venta de Whatsapp.
  En la pretendida política de altura un gesto como el de darse la mano puede llegar a convertirse en un gesto codicioso; Zapatero, persiguió un encuentro con Obama con tanta ansia como otros la piedra filosofal, a sabiendas de lo que en teoría pudiera significar, dar a entender, más que el mero hecho de provocar un gesto forzado. La relación con el poderoso es compleja, no estrechan de tú a tú la mano, aunque en apariencia te la retuerzan, sino que se lo pregunten a Rajoy, en el anterior encuentro en la Casa Blanca con el mismo Obama, que no sólo posó con apatía cansina para la foto, sino que además le lanzó la mano en dirección a la de Rajoy con la misma intención que uno lanza la caña al río a sabiendas de que no hay nada que recoger; aunque lo peor fue el desaire, la humillación en forma de regalo, que selló el encuentro entre ambas delegaciones con unos tristes caramelos.
  Uno de los gestos, de los apretones de manos más famosos de la historia del rock es de ficción, aunque el fondo de la cuestión tuviera mucho que ver con la situación de la banda en cuestión. Pink Floyd, en 1975, estaban en la cúspide de su carrera, pero el éxito, la repentina fama, estaba afectando a sus vidas. La relación con la industria discográfica, la enfermedad mental, agudizada por las drogas, de su anterior integrante Syd Barrett, les hacía ver un horizonte no del todo grato. Un apretón de manos, entre dos actores, especialistas, en combustión una de ellos, no era sólo escenografía.

*Publicado en La Revista 3/03/2104

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