ICONOS La última Portada
Si hay imágenes apuntando a la
Historia esta es una de ellas, además escrita con renglones de
sangre. Aquel frío 8 de diciembre de 1980, la pareja más admirada u
odiada del mundo, se amaba apasionadamente en la intimidad de su
apartamento del edificio Dakota, al pie del Central Park. A las
puertas, como siempre, se agolpaban fans a la caza de la preciada
presa, entre ellos un joven veinteañero, Mark David Chapman,
desequilibrado en ciernes que entre otras cosas empleaba su desatino
en una novela no apta para insensatos “El guardián entre el
centeno” de Salinger, que no dejó indemne ni a su propio autor.
Al salir de la casa se toparon de bruces con el ínclito, que con la
mente aún puesta en la novela de Salinger, consiguió que el de
Liverpool le firmara un autógrafo. De ella no quería nada, nadie
quería saber nada de Yoko Ono, es más todos la consideraban como la
verdadera responsable de la disolución del grupo más famoso del
planeta, The Beatles.
Horas antes,
aquel mismo día, una fotógrafa de origen judío, tantas veces
bendecida por el destino, estaba una vez más en el sitio adecuado y
con el encargo perfecto, esta vez para la prestigiosa revista
RollingStone, la misma que diez años antes le había regalado la
primera oportunidad de fotografiar a alguien muy importante. John
estaba como siempre, participativo, totalmente dispuesto a dejarse
llevar. Sabedor de que la revista quería una portada suya –no de
Yoko Ono-para el número de diciembre, se lo hizo saber a Annie,
quería posar con su mujer, siguiendo las premisas de la portada de
su disco Double Fantasy. Annie lo coge rápido, piensa que como no
son nada pudorosos no les importará posar desnudos, –ya lo habían
hecho así en el disco Two Virgins- y se lo propone . Por alguna
razón ese día Yoko no lo está, los dispone tal cual, ella vestida
y el desnudo en posición fetal sobre la cama y abrazándola. Así,
escribiendo la Historia, la última imagen con vida de la pareja.
Aquella misma noche al regresar
a casa después de una grabación, justo cuando se disponían a
entrar en el apartamento, el flipado elemento, lector de Salinger e
integrista religioso, vació un 38 mm sobre la espalda de Lennon.
Argumentos, ninguno, salvo que el músico llegó a decir que los
Beatles eran más famosos que la Iglesia. Veinte minutos después el
de Liverpool agonizaba en el Roosvelt Hospital neoyorquino.
Foto: John Lennon y Yoko Ono, 1980.
Autor: Annie Leibovitz
Revista: Rolling Stone.
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