Lillian Bassman |
Hay desapariciones que no nos dejan indiferentes, porque su legado pesa demasiado. Autores que han sido un pozo
inagotable, una referencia obligada para
una legión de ojos curiosos, amantes de la moda, del universo del diseño o del
arte en general. Con la desaparición de la fotógrafa Lillian
Bassman ( 1917, Nueva York- 2012) se va una artista fundamental de la época
gloriosa de las revistas ilustradas norteamericanas de los periodos posteriores a la Segunda Guerra Mundial,
Harper’s Bazaar, Fortune, Vanity Fair. De la mano del gran director de arte, Alexey
Brodovitch, nos enseñó cómo la moda puede ser también el vehículo perfecto para
transitar de forma paralela por derroteros más próximos al arte o inspirados en
él.
Lillian sabía cómo crear esas atmósferas oníricas, personales, cómo
enfatizar en los estados de ánimo sin
olvidar que estaba fotografiando una sugerente prenda de lencería. Ella fue la
pionera en crear esos exagerados contrastes, en el personal uso de los
desenfoques o en una serie de experimentos nada actos para revistas que no
compartieran el momento brillante que a ella le tocó vivir. La moda, siempre
caprichosa, también le apartó de su lado, pero ella supo estar y permanecer,
sin olvidarse de crear hasta sus momentos
más crepusculares.
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