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Imagen: Eskorbuto, por Juantxu Rodríguez, 1984.
En los 80 Bilbao era una pátina negruzca de mimbres de acero. El horizonte se escrechaba con el sol de fondo en el ocaso, mientras, en las barricadas los obreros de Euskalduna resistían para no morir. En aquel escenario de reconversiones el punk se aferraba a la vida de los jóvenes que entonaban la melodía para sucumbir al miedo. Si los ingleses empleaban el “No Future”, desde Santurce, un trio de nihilistas sin comparanza se esforzaban por vociferar su rabia “Anti Todo” como mejor síntesis de vida.
Eskorbuto, Juanma Suárez, Iosu Expósito, Pako Galán, eran hijos de la emigración -gallega- que desde la mugre de cemento de los altos Hornos oteaban la otra orilla del Nervión y se aferraban así al destino. Eskorbuto, junto con Rip o Cicratiz formaron parte de una entente nihilista y acelerada, con la marejada de fondo de las drogas que les ayudó a resistir a las tres bandas hasta quedar después como restos de un barco varado en la orilla. De todos ellos, Eskorbuto fue el más imprevisible, el más punk, y así lo interpretaron, sin otro meandro que su propia vida.
Conscientes de que el punk era desafío y provocación, sus letras no eran inferiores a su estética de ultratumba, de pelos en punta, imperdibles y guitarras aceleradas. Si en Marshall McLuhan el medio es el mensaje, ellos lo serían todo a través de su piel. El nombre de la banda les venía al pelo, Eskorbuto, por su propio aspecto de cuerpos enfermos; los chicos vomitaban y escupían con la rabia de quienes sostienen un endeble porvenir entre los dientes. La crudeza de los ochenta no tenía parangón, el desafío vital gestado por sus progenitores se fundía como el metal incandescente y para siempre, pero ellos estaban para entonar la desolación.
Mientras, en las fiestas de Bilbao, se apropiaban de sus lemas más populares, “Mucha policía, poca diversión”, a ellos, en Madrid, -4 de agosto de 1983- les detienen y les aplican la Ley Antiterrorista al supervisar el contenido de las canciones en forma de maqueta. Desde las Gestoras Proanmistía les ningunean sustento y eso, a la banda, lejos de amedrentarlos les da combustible. “A la mierda el País Vasco”, “Anti Todo”, Eskorbuto lo serían hasta el final. Su discografía no tiene desperdicio, sus vidas tampoco: sociología del desamparo. Juanma y Iosu murieron en 1992, sus restos reposan. por supuesto, en Santurce, y con mucha vida, de la otra.
*Publicado en La Revista 3/05/2017
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