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Imagen: Dolores del Río, ¨Madame du Barry”, 1934.
En el período del Terror (1791-1794) Francia no frenó la guilotina un instante. Nuestra protagonista, Madame du Barry, un ángel de belleza arrebatadora sería ajusticiada un 8 de diciembre de 1793, a la vista de todos y con la mirada de desprecio hacia el populacho; casi a un tiempo que María Antonieta, su gran ememiga en la corte.
Nacida Jeanne Bécu (1743) en Vaucouleurs; en los prostíbulos de París se la conocía como mademoiselle L'Ange, supuestamente era hija de un franciscano llamado Ange, y de una cocinera. Ella también estudiaría con las monjas, hasta que -15 años- su rebeldía la hiciera volver junto a su madre y desempeñar otros oficios, entre otros dependienta de una tienda de modas. Por su físico el respetable masculino suspiraba; cae en las manos de un proxeneta de familia noble y pocos escrúpulos como Jean-Baptiste du Barry, acostumbrado a buscarles porvenir a las jovencitas. Pero ella ya se dedicaba al oficio; así que él tan sólo le garantizaría contactos de alta alcurnia, el marqués de Arcabol, el mariscal Richelieu o el financiero Sainte-Foi. No hubo amor, tan solo una relación de intereses.
Cuando se la presentaron al rey Luis XV, lejos de avergonzarse de su pasado, ella se presentó como experta en el arte de amar. Así ocuparía el puesto de la marquesa de Pompadour, recién fallecida. La designación fue un asunto de estado. Richelieu se mostró favorable, así pensó que el rey podría destituir al Secretario de Estado Choiseul.
Para ser amante oficial del rey, un sexagenario apasionado de las jovencitas, era necesario antes casarla con alguien que le aportara título nobiliario; fue un du Barry, Guillermo, hermano de Jean-Baptiste, a cambio de una suculenta cantidad de dinero y desaparecer de la escena; ella, a pesar de las reticencias, entre otras las de las hijas del rey, se sentó a su mesa y recibió el palacio de Louveciennnes. Amante de las artes, en especial la música, y del gusto refinado, acumularía una gran cantidad de joyas, algunas harían suspirar a Maria Antonieta, como un collar de más de mil diamantes, rubíes y esmeraldas. Tiempos revueltos, tras la muerte del rey se le presagiaba un breve futuro. Sus frecuentes viajes a londres, donde recalaba en brazos de otros amantes, fueron también excusa, ocultar joyas y bienes. Le pillaron, poco después, sería la guillotina quien entraba en eljuego.
* Publicado en La Revista 4/05/2016
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