El problema de los círculos no es valorar la superficie -cualquier
escolar es capaz de solucionar sin
problemas tan sencillo enigma, léase área, que es lo que lo diferencia de la circunferencia- sino hacerlo convenientemente.
Todo un dilema surge cuando en su interior, rodeado de oscuridad, pierdes el sentido de
la orientación y te limitas a acariciar insistentemente la salida. Más tarde, entre jadeos, descubrirás su carácter vicioso.
José Paz |
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