Vivir en un café es una forma de
sentirse agitado, al menos por dentro y
por un rato, quizás la mejor manera de
abrazar el mundo. Una vez escuché que en
algunos pueden llegar a habitar un millar de almas, y yo lo creo. A los cafés
se acude sobre todo a traficar y a dejar que el tiempo te levante el espíritu
rodeado de prensa y otros elementos letra impresos; también es cierto que hay
gente que acude por otros motivos, para charlar, hacer negocios, dejarse ver e
incluso pegarse el lote, por suerte los menos, porque si no estaríamos
hablando de otro tipo de locales y no de cafés.
A muchos los cafés que nos gustan son los literarios,
porque en ellos reina la ficción siempre. Para cafés literarios, aquellos de francisco Umbral o Camilo José Cela, cafés que de pre democráticos que eran se respiraba el
franquismo, el descaro y los caraduras.
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