26 mar 2015

Y #Dylan se hizo rockero #Iconos

Iconos

Foto:  “Bringing All Back Home”, de Bob Dylan.
Autor: Daniel Kramer, 1965.



Era su quinto disco, “Bringing It All Back Home”, de 1965. Hace cincuenta años que Bob Dylan sumaría a su inspiración poética el argumento de la electrificación en sus guitarras; nada sería igual. El mundo no cambiaría, claro, al menos tal como aquellos que se reivindicaban a través de sus canciones, pero él se permitió sumar la música folk al espíritu rock, un sacrilegio que se superaría con el tiempo.
“Subterranean Homesick Blues”, la primera canción, es una bomba en forma de rasgueo de guitarra junto a bajo y batería sobre las que transita una voz recitativa en un rap iniciático lleno de musicalidad. Las canciones de Dylan se volverían arrebato, al menos hasta que piezas como “Mr Tambourine Man” se envuelven otra vez en monólogos de guitarra acústica. Nadie había escrito mejores canciones sobre la guerra, el pacifismo, la segregación racial de una generación que buscaba esperanzas. Sus canciones eran himnos, pero él necesitaba otra cosa, como artista que era no se quedaría en la superficie, ni se identificaba ya con aquellos que buscaban en sus letras una respuesta al espíritu del momento, Tampoco era de los que anhelaba la dimensión de un purismo folk, había escuchado a The Beatles, Animals, así que armado con su guitarra y con la Paul Butterfield Band detrás, se enfrentaría a su propio público en el Newport de 1965 que mostraría en forma de pitos su desafección con el maestro; a él le duele, pero su trayectoria no se inmutaría. Dylan huiría poco a poco de un territorio donde se le presumía cómodo, pero no suficiente. El rock ganó trascendencia con un músico intrincado en hacer canciones alejadas de la superficie, su letras se armaban con referencias oníricas, el espíritu de los sueños, al más puro estilo de la generación Beat. Todo aquello era mucho más que un tributo, era algo que estaba inspirando su vida; el folk perdería un activista directo, permeable hacia otras corrientes de mayor digestión, y más en la onda de una cultura de masas; el rock ganaría a un artista que se mostraría como inquebrantable defensor de una música no sólo prescrita para un público juvenil o adolescente. “Bringing It All Back Home”, sería disco de oro, superando el millón de copias vendidas, y Dylan un artista universal en todos los rincones del planeta. De eso, cincuenta años.

*Publicado en La Revista 26/03/2015

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