Foto: Bettina Graziani, París, 1958.
Autor: Frank Horvat, para Givenchy.
Frank Horvat |
Tenía 90 años. Fue -dicen- la mujer más fotografiada de Francia.
Dotada de una mirada misteriosa llena de expresividad y de una elegancia natural fascinante, Bettina Graziani (1925, Normandía - 2/3/2015, París), nacida como Simonne Micheline Bodin, fue reina de la pasarela de la moda en los 40 y 50, en rivalidad con una belleza inglesa como Barbara Goalen. Iba para diseñadora, así se presentó al modisto Jacques Costet, con sus diseños debajo del brazo y 20 años, “tus diseños no valen nada, pero podrías ser una increíble maniquí”, le soltó como quien lanza una pedrada de sinceridad. La joven francesa no era un portento de belleza al uso, pero sí tenía mucho arte por pulir en sus 164 cm, su pelirroja melena -en breve un recuerdo-, y sus mejillas pecosas. Al poco de comenzar a desfilar conoce a quien sería su marido, Gilbert Graziani, fotógrafo de “Paris Match”, con quien se alejaría durante un tiempo de la moda para probar el amor y regresar más tarde a París coincidiendo con su divorcio, en 1950. La casa de Lucien Lelong le sirve para enseñar su talento, que fascinaría a los grandes, empezando por Jacques Fath, joven portento de la moda, con quien iría de la mano a los Estados Unidos. Por entonces la pretendía también Christian Dior, quien estaba a punto de dar a conocer su afamado “New Look”, pero ella, fiel a su palabra con Fath dejaría que éste fuera quien obrase el milagro. Le hizo cortarse el pelo para que resaltara su afilado rostro y una mirada rasgada con la que seduciría a todos. Aparecen las primeras páginas en revistas; en Vogue (1951), de la mano de Irving Penn; la fotografiarían los grandes de entonces, Horst P. Horst, Robert Doisneau, Louise Dahl-Wolfe, Erwin Blumenfeld.
Jean-Philippe Charbonnier |
En 1954 fallece Fath; Givenchy la convierte en su musa, además de directora e inspiración real en muchas referencias, incluída la camisa blanca en su nombre y el perfume “Amarige”.
La tentó Hollywood, cuando se enamoró de Peter Viertel, reconocido guionista; por el príncipe Aly Khand lo dejaría todo, hasta que el destino trágico se lo llevaría por delante en un accidente. Se fue y regresó siempre que quiso, con Chanel, en 1967. Enmanuel Ungaro, Valentino, con quien relanzó la carrera de Azzedine Alaia. Fue una espectadora de lujo, hasta su muerte. Era lunes 2 de marzo.
*Publicado en La Revista 5/03/2015
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