ICONOS
Qué envidia de aquella España cuando
el mayor sobresalto era un desnudo celestial y no un real decreto,
como ahora, cual vil garrote sobre cabeza humana. Dicen que este era
entonces un país mojigato de costumbres rancias y sexo de tapadillo,
eso es lo que dicen, pero yo no me lo creo. Porque por oscuro que
sea un régimen siempre hay licencias y licenciados, aunque claro
está, éstas no son ni serán para todos. Dicen el refrán que
quien reparte, se queda con la mejor parte
Aquella primera semana del 76 en este
país se desató inusitada furia contenida en parte de nuestros
conciudadanos, básicamente hombres claro está. Por cuarenta pesetas
tenían a su alcance la píldora de la liberación tantos años
anhelada, la mejor forma de resarcirse contra el franquismo y su
icono, además sin bragas a la vista y flor en mano. Marisol,
aquella niña sin infancia que trabajó a destajo para que todos los
españolitos patrios memorizaran sus canciones a través de
infumables películas, en primera y en pelotas. No fue un robado al
uso, pero sí un mal uso que a su autor, César Lucas, amigo de la
moza y del clan de los Goyanes le costó disolver en mucho
bicarbonato, al margen de ser encausado por supuesto escándalo
público y atentado contra la moral por el juez de turno. Cuatro años
después, no sólo no fue escándalo, si no que las imágenes
desprendían manifiesta calidad artística. Un servidor le preguntó
al autor bastantes años después por las imágenes, y la verdad es
que, al margen de una sonrisa de mala gana, no soltó gran prenda,
imagino que por la traición generada. Las fotos se hicieron en los
años setenta a petición de los protectores de la artista, tratando
de seducir con ella a un promotor cinematográfico extranjero que
buscaba pareja artística para Alain Delon. Se ve que no hubo suerte,
o pesaron otros, que no mejores razonamientos.
Interviú desató
el ánimo lector sobre el populacho, que me imagino como compartía
luego en familia tan interesante prosa y presa. Artículos dedicados
a Serrat, a Tierno Galván y a Marisol, y que viva la izquierda. El
contrapunto lo ponía en el afamado ejemplar de la revista aquel ser
malévolo de Idi Amín, indigno mandatario ugandés, que no conforme
con dar matarile a sus conciudadanos, de paso se los comía. Interviu
obró el milagro, con aquel prodigio de ojos claros y mirada dulce y
sin “cánticos melodiosos” a la vista. Alcanzó los quinientos
mil de tirada, “bello camino hacia la democracia”, así la
definió su entonces director, Antonio Álvarez Solís. En breve, la
pionera de los escándalos y de la investigación periodística
patria llegaría al millón de ejemplares, gracias, sobre todo, al
desapego textil y muchas poderosas razones.
Fotografía: Marisol, 1976
Autor: César Lucas
Revista: Interviú.
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